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Aventuras en la Ruta 116
Fecha: 03/01/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... primero un dedo y después dos dedos en su vagina. -Ahhhh papi que riiiiiico ahhhhhh papi -Te voy a hacer bien rico, estás bien deliciosa y ese gran culo que tenés hoy va a ser mío. La seguí besando, le bajé el calzoncito hasta la rodilla, como es mi estilo y comencé a mamarla. Tenía la torta bien super mojada. Le metía la lengua en todo su sexo y le daba el famoso "Beso Negro" el cual no falta en mi repertorio. Le pasaba la lengua por el hoyo del culo, cuando dio un gran grito: -Aaaaaaaaaaaaaaaaay! AAAAAAAAAAY! Se revolcaba y me apretaba la cabeza con sus piernas, teniendo un orgasmo. Mi cara estaba llena de sus líquidos. Yo los saboreaba y me regresaba a besarle los labios. -Metémela ya papito, me decía -ya no aguanto, pizame de una sola veeeeez! Le tomé las piernas gruesas, me las puse en los hombros y comencé a metérsela. La penetraba y ella gemía de placer. -Date vuelta –le dije. Se dio vuelta y comencé a mamarle la vagina y el culo. Le metía la lengua por todos lados. -Que ricooooo mi amoooooor. Ayyyy! Ayyyy! Comencé a introducirle el pene en su culo que ya lo tenía bien lubricado y listo para la acción. Se la metía a la mitad, se la sacaba y la mamaba. Ella solo se retorcía de placer y gemía diciendo aays! Aays! ...
... Aays! Hasta que se le metí toda y comencé a bombearla. -Metémela más aaaay aaaay qué riiiiiicoooooo! No te vayás todavía!!! Aaaaaaayyy!! Ummmmm! Gemía y se movía haciendo el culote para atrás. De repente con la verga dentro de su culo levantó la espalda y comenzamos a besarnos de lado. Con una mano la sostenía de su cadera y con la otra le masejeaba la vagina. -Papito rico metémela más fuerte. Haceme que me corra otra veeeeeeez! Seguí metiéndosela hasta que juntos terminamos. Estábamos exhaustos y sudando. Me echaba un brazo, me acariciaba la cara y me daba besitos. -Esto sí ha estado rico mi amor. El jueves voy a venirme a la misma hora, para que viajemos juntos, si vos querés –me dijo. Pero no hablemos mucho en el camino porque la gente se fija y mi marido se puede dar cuenta –volvió a decirme. Y veo que te ha gustado –me dijo riéndose fijándose que yo ya estaba listo de nuevo para la guerra. Después de esta grandiosa sesión de sexo, ella se aseó, nos vestimos y yo salí primero por la puerta del zaguán para ver que nadie fuera pasando y nos delatara. No hay moros en la costa –le dije y ella pudo salir sin mayor problema. Volvimos a hacerlo muchas veces más, siempre a la entrada y salida con la discreción debida. Anónimo.