1. Traficando culitos III. La Gran Subasta


    Fecha: 04/01/2019, Categorías: BDSM Autor: summoner, Fuente: SexoSinTabues

    Después de conocer a su Patrón y a sus demás compañeros de trabajo, Mauricio es por fin estrenado por un sádico depravado, un relato más de tortura, sumisión, etc. Lectura no apta para todo tipo de lectores. Aun le dolía la uretra después de aquella exhaustiva revisión médica, ahora el hombre de sombrero ranchero lo tomo de la mano, Mauricio seguía sollozando, aquel hombre parecía importarle poco lo que le había pasado, y así era, no le importaba en lo más mínimo, escucho los gritos de dolor del chico que acababan de entrar con el doctor y aquel hombre dio una risotada burlona –si esto los pone a gritar, van a desmayarse cuando les toque la verdadera acción–, lo condujo hasta una habitación, se podían ver algunas literas, en un total de 5 literas, también había algunas cobijas en el suelo y varios chicos algunos de su edad otros más jóvenes, gordos, flacos, castaños, negros, morenos, en fin, una gama de culos para el deleite de cientos de hombres, aun que claro el pequeño Mauricio aun desconocía, pero faltaba poco para que su cerrado ano fuera abierto por completo por un cliente entusiasta que disfrutara de él, el hombre del sombrero lo dejo ahí, no le dijo ningún otra cosa, se quedo quieto en aquel lugar rodeado de chicos y se puso a llorar sobándose sus genitales adoloridos, nunca jamás volvería a ver a su familia, ellos sabían que esto podía pasar y aun así se arriesgaron a intentar llevarlo a Estados Unidos Mauricio los aborreció por haberlo hecho, por haberlo abandonado ...
    ... y dejado a su suerte, ahora nadie sabría de él, sería otro inmigrante desaparecido y rápidamente olvidado, después de media hora llago el otro chico, al igual que el sollozando y sobándose la entrepierna, al parecer el buen doctor había hecho de las suyas, se quedaron callados por unos momentos pero después de un rato Mauricio comenzó la plática, el otro chico también era un inmigrante, sus padres vivían en Los Angeles y habían hecho los mismo, dejarlo abandonado a su suerte sin la posibilidad de volverlos a ver, su nombre era Leonardo, pero le gustaba que le dijeran Leo, continuaron platicando, después de un rato un hombre de traje negro llego con los chicos, era bastante alto y de tez clara, otro chico les dijo que se callaran y se pusieran junto a él con la cabeza agachada, al parecer él era el dueño de aquel lugar un alemán que por asares del destino había encontrado en aquel lugar una mina de oro ilegal –Valla, valla, parece que esta semana tenemos nuevos integrantes a nuestra familia- su tono de voz era amable, y con un acento extranjero, le pidió a Mauricio y a Leo que se presentaran, -de ahora en adelante ustedes son de mi propiedad, y cada vez que estén con uno de mis clientes quiero que lo traten lo mejor que puedan, sé que no son estúpidos, y respetaran mis reglas al pie de la letra, o yo mismos me encargaré de ustedes: regla número uno, sí ustedes golpean, muerden o lastiman a uno de los clientes, serán severamente castigados; regla número dos, ustedes están aquí ...
«1234...7»