1. El secreto de Hugo (su padre)...


    Fecha: 07/01/2019, Categorías: Gays Tabú Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    ... que a mi hijo le gustaban los hombres. Eso no cambió la relación, en absoluto, fui directo a ello y lo acepté. Era mi único hijo y al fin y al cabo quería lo mejor para él. Siempre he sido un hombre abierto con una mente sin prejuicios, en el instituto, en la mili, en la obra y en la fábrica he conocido hombres que se acuestan con hombres, fuera y dentro del armario, algunos se me han insinuado abiertamente, y hasta en alguna ocasión tuve algún desliz con algún chaval, borracho, eso sí. Eso no ha perturbado ni una gota mi pasión por las mujeres y por sus pechos, sus acogedoras vaginas y mi amor por las hembras.La confidencia estrechó más los lazos entre nosotros. Desde que conocí la sexualidad de mi pequeño nos unimos más, formando un vínculo entre los dos que nada ni nadie podría romper. Le aconsejé sobre chicos, le pedí que fuera con cuidado, que buscara chavales de su edad, que experimentara distintos tipos de placer y que cuando encontrara al chico ideal, lo trajera a casa. Le íbamos a tratar como a él mismo, como si fuera otro hijo. Pero nunca entró ningún novio por la puerta, ni ningún rollo. Ni siquiera, cuando iba a buscarle a la discoteca, al instituto o a la plaza del pueblo esperaba con alguien. Siempre solo, esperándome. ¿Y tus amigos, dónde están? Ya se han ido, papá, vinieron sus padres antes, me contestaba.Eché otro vistazo al vaso lleno de semen, que había dejado encima de la mesa. ¿Era semen? ¿De quién era? ¿Era de Hugo, de sus “amigos” o era de los tres? ...
    ... Pensé que se habían estado pajeando sobre el vaso, que era cosa de chavales, como había hecho yo tantas veces en campamentos, viendo porno y jugando con nuestras pollas, entre colegas. Había bastante cantidad y era bastante viscoso, tenía un aspecto blanco impecable. Lo cogí y lo acerqué a mi nariz. Aspiré profundamente. Olía ligeramente a descarga fresca, sin un aroma especial. Introduje un dedo en su interior. Todavía estaba algo caliente, unté mi dedo índice y lo deslicé por el pulgar, y acerqué mis dedos a la nariz. Volví a dar una aspiración profunda. Ahora si que con más claridad pude percibir aroma suave y húmedo a semen. Pensé que mejor en el vaso que no dentro de mi chaval o cualquier guarrada al fin y al cabo. Era listo al fin, no se la jugaba. ¡Ese era mi chico!Lo que apestaban eran los calzoncillos sucios que había encontrado en su habitación. Estaba seguro que no eran de él. Olían a sudor y a meado, tenían gotas amarillas por toda la parte de delante y estaban completamente pringados de semen, que se iba secando e iba dejando aureolas de color más o menos amarillento por toda su longitud. El olor que desprendía esa prenda de ropa era el típico olor de calzoncillos sudados y lefados de chaval, un poco guarrete, que imagino ni se abría duchado. Seguro que eran los calzoncillos de uno de los repartidores, todo el día pegados a sus huevos, sudándolos y sin cambiarlos. Quizás los habría llevado más de un día. ¡Qué cabrones! Se les debieron olvidar cuando estaban por ...
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