1. Hice que mi madre cumpliera mis fantasías (tercera parte)


    Fecha: 13/01/2019, Categorías: Incesto Grandes Series, Autor: voyeur34, Fuente: CuentoRelatos

    ... para ti? —dijo mirándome a los ojos. Señor, ten piedad... Que rico sentí su cuerpo lleno de curvas junto a mí, así, tan solos, tan cerca... Mis manos sudaban encima de su ropa sobre su culo precioso. Ella sabía qué hacer para calentarme más, su experiencia y su femineidad dominaban siempre a mi mente. —Tú, en ropa interior, para mí. —¿En serio? —en eso se desabrocha los últimos dos botones de su blusa, y se asoman las 38D pecositas e infladas. —Por ahora... Ella sonrió y se giró para restregarme sus nalgas sobre mi verga que ya tenía bien parada, así duró un par de minutos y luego se marchó. —Voy a bañarme, sobre en mi cama encontrarás tu regalito de hoy... Subí y encontré su calzoncito color crema con bordes negros todo mojadito para mí. Me masturbé acostado en su cama y me limpié con él. Y se los dejé nuevamente ahí para que los viera, y así duramos mucho tiempo. Como dije, se trataba de una especie de guerra psicológica en la que su objetivo era desesperarme, desgastarme y el mío hacer que cayera algún día rendida a mis deseos. Cada día era una batalla entre ambos. Ella me seducía y yo le dejaba saber que recibía el mensaje. O simplemente yo trataba de no bajar la guardia, y la traía a raya. De esa forma era como al acercarme a donde ella estaba cocinando, lavando o haciendo alguna otra cosa de pie, la abrazaba por detrás y le hacía sentir mi miembro completamente erecto. Ella no se apartaba, aguantaba con estoicismo mis arremetidas y nos quedábamos así en silencio, un ...
    ... silencio anhelante, en el que nuestra respiración lo decía todo. O al ver películas, ella usaba faldas cortas o camisones y mientras observaba acostada en el sillón la función del día, ofrecía a mis ojos la dulce sensualidad de su intimidad vestida de todos colores o telas. Yo acariciaba mi verga enhiesta, dura, y altiva ante su mirada. Ella lo notaba, era muy obvio. Sabía que la veía con morbo, pero se hacía la disimulada, y solo abría sus piernitas calientes para dejarme ver lo que tanto me gustaba. Y por las mañanas antes de irse a su trabajo, me regalaba un show, sabía que yo pasaba por ahí, sabía que lo planeaba para ponerme jodido de caliente, y yo sabía que lo haría, por eso la buscaba a esa hora, antes de irme a la escuela. Ahí estaba mi dulce objeto de deseo, poniéndose las medias del ligero negro, brillantes y sensuales. Sus calzones de encaje y su brassier semitransparente abultando su delicioso par de tetas, jugosas y turgentes. Me miraba y sonreía, como diciendo, mira lo que te pierdes, mira lo que tengo aquí para ti, pero no puedes tomarlo… Terminaba caliente, haciéndome una deliciosa chaqueta antes de salir a mis clases. Para ella eso era un trofeo, ahora lo sé. La hacía sentirse sexy y puta a la vez. Deseada con pasión, con obsesión. Y la calentaba como a una perra en celo. Disfrutaba convirtiéndome en su voyeur. En su objeto de admiración sexual. Así transcurrieron muchos días, miradas, arrimones en silencio y exhibicionismo de su parte y en respuesta, cinismo ...
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