Mi nueva amiga
Fecha: 14/01/2019,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la cama, simulando que veía un programa, mientras tenía la mirada perdida en algún punto de su mente. Me acerqué e inmediatamente me abrazó fuerte y me pidió que por favor asegurara la puerta de la habitación. Así lo hice, y volví a su lado; comenzó a llorar como un bebé, no paraba, me decía que Richard le había dicho cosas horribles y que no lo soportaba porque ella lo amaba muchísimo. Lloró y lloró casi una hora, mientras yo la abrazaba contra mi pecho y le decía que todo iba a estar bien, que sólo son cosas de momento y que mañana el iba a regresar y todo iba a ser como siempre. Logré que se tranquilizara, y empezamos a hablar de otras cosas, de trabajo, del cine y bla, bla, bla; las dos en la cama, yo recostada de la almohada y ella acostada encima de mi cuerpo mientras yo la abrazaba tiernamente. Hablando y hablando nos quedamos dormidas, yo tranquila por haberla ayudado y ella en paz y segura en el amparo de mis brazos y mis caricias. Desperté cerca de las 3AM y me desvestí, ella aun dormía, parecía un ángel, emanaba dulzura y fragilidad, yo acariciaba dulcemente sus cabellos negros, largos como la noche y suaves como la brisa; acariciaba su rostro, sus brazos y su espalda; ya ambas estábamos acostadas una junto a la otra fundidas en un solo abrazo. Con una de mis manos podía tocar casi todo su torso, y ella aferrada a mi, tenia acceso a todo el mío. Aun con sueño, me adormecí un instante hasta sentir, el suave roce de su rostro contra mi cuerpo, era un roce inocente ...
... y a la vez tan sensual que mi cuerpo se electrizó instantáneamente, su cara apoyada sobre mi pecho rozaba mis senos, y no sabía si dormía o lo hacía concientemente. Yo intentando controlarme, seguí acariciándola, como siempre, pero esta vez ella respondió a mi caricias, pasando sus suaves manos por mi abdomen, pasaba justo debajo de mis senos y bajaba hasta casi tocar mi zona pélvica, me estaba calentando como nunca antes lo habían hecho, y más aun sabiendo que era mi amiga, la causante de todo ese placer. Seguimos con las caricias un buen rato, y sentí como se iban calentando nuestros cuerpos, la excitación se sentía como un campo magnético que nos incitaba más y más a seguir en este juego extraño que surgió de la nada. De pronto, sentí como su rodilla se movía y se acomodaba a la altura de mi pelvis; yo estaba acostada boca arriba y ella de lado, abrazada a mi cuerpo. Cuando sentí su pierna posarse sobre mi, la humedad de mi sexo se volvió indescriptible, y el calor del suyo se sentía como una oleada sobre mis muslos desnudos, oleada que acompañaba el son de sus movimientos cadenciosos y tan sutiles, que si alguien nos hubiera visto, no los habría percibido. Estábamos a mil, estábamos calientes, pero nadie decía una sola palabra, sólo sentíamos y disfrutábamos. Entonces me decidí a ir tras ella, y comencé a acariciarla toda, su cara, sus brazos, abdomen y sus senos, suaves y voluptuosos senos. Al tocarlos sentí que el corazón se me iba a salir del pecho, y al escuchar un ...