El fin de semana desvirgué al primo de mi n
Fecha: 21/10/2017,
Categorías:
Anal
Sexo en Grupo
Tabú
Autor: aliciawonders, Fuente: xHamster
... a ver con mis amigos esas fotos que eran mi reflejo, cargadas de mi esencia expuesta al flash de una cámara. Fotos pornográficas que carecían de la sutileza de la elegancia, pero que debieron estar volviendo loco a Mariano, quien permanecía con su mutismo, quizás esperando a que en cualquier momento todo perdería los estribos y los valores morales y religiosos largamente acariciados, pronto quedarían sepultados por “actos impuros”. Evant me dio un sutil empujón con el codo, nos miramos y entendí que ya era tiempo. Postergamos esto por tantos largos minutos, exhibiendo actitudes de cobardía, pero esas fotos me embriagaron de descaro y me lancé de un golpe a decirle a Mariano: “¿Te gustaría probar algo nuevo esta noche? No sé, hacer algo diferente, algo divertido” y Mariano, con la voz quebrada por los nervios sólo apuntó a decir: “Si, si, eh, bueno”. - ¡Ah!, ¡qué bueno!- le respondí, y Evant me apoyó diciendo: “¡Eso! No es bueno ser tan ordenado” Y yo me zambullí en mi sensualidad.No voy a mentir, no me metí en el personaje de una perra en celo. No, la situación no daba para eso. Mariano temblaba, y yo me sentí responsable sin dejar de sentirme erotizada. Le pregunté: -¿Qué es lo que más te gusta de una mujer? – “eh…, Las piernas”- respondió. ¿Quieres ponerme crema en ellas? Le sugerí, y él simplemente asintió con la cabeza. Fui a por el pote de crema humectante y de paso eché una mirada a mi Evant. Él había desaparecido, no literalmente, sino que estaba ausente, ...
... profundamente silencioso.Yo me acerqué a Mariano, le pedí sus palmas y se las llené de crema, la habitación se llenó de ese perfume femenino, y mi invitado, temblando de inseguridad, me pasó sus manos acariciando mis rodillas, y subió muy tímidamente a mis muslos. Yo estiré completamente las piernas y me apoyé con las manos a los lados. Procuraba transmitirle la máxima comodidad que fuera posible. Dejé que él tomara su propio ritmo, y se notó una disminución en sus ataduras mentales, aceleró su ritmo y recorrió con más apropio la piel de mis piernas blancas; llegó hasta mis pies y los embadurnó de un poco más de crema, que él mismo pidió; se entretuvo con mis dedos unos largos segundos y luego se ensañó con las plantas de mis pies. Cuando ya me sentí suficientemente humectada, me puse de pie y para su estupefacción, me quité un poco deprisa el cachetero violeta, y me tendí en el colchón. Mariano entendió el paso a seguir, comenzó a tomar él mismo el pote de crema, y lubricó mis talones, subió lentamente a mis pantorrillas; segundos después llegó aun más “arriba” y abandonó su vergüenza un poco más cuando tiño de blanca crema mi trasero. Primero solamente por los costados de mi trasero, y luego se atrevió a alcanzar cada vez más la línea poco prohibida que queda entre mis nalgas. Mariano Parecía un niño con juguete nuevo, y yo me sentía perversa. Sentía que me alimentaba de esa falta de experiencia. Le dejé explorar, y cuando sentí el momento le dije: – ¿Quieres aplicarme crema en los ...