Por putear tuve que dejarme coger por la policía (Parte 2)
Fecha: 27/01/2019,
Categorías:
Transexuales
Confesiones
Autor: ClaudiaZorra, Fuente: CuentoRelatos
... “su hazaña” vi que traían una mesa redonda, del comedor, a la sala ¿Qué tendría ahora en mente? Yo trataba de remover algo de semen de mi cara para ver bien qué hacían. Los vi murmurar, como planeando algo. -“¿Chicos, y ahora qué?” Pregunté ansiosa. “¿Terminamos?” -“No para nada perrita” Contestó uno “Ahora te toca tu castigo” Entonces nuevamente me cubrieron con ojos con la corbata y agarrándome del brazo me llevaron al lado de la mesa. Una vez que estaba pegada al borde de esta me dijeron que doble mi cuerpo, con mis pechos descansando sobre la superficie fría. ¿Qué querían hacer? Abrieron mis piernas y expandieron mis brazos, como una gran X. Entonces me di cuenta: Escuché un sonido metálico. Eran las esposas; rápidamente esposaron mis piernas y manos a cada una de las cuatro patas de la mesa; ahora no solo no podía ver sino tampoco podía moverme mucho. “OK” pensé “tranquila; simplemente son algo kinky y debe ser una fantasía media sado” me dije para tranquilizarme; simplemente les seguí el jueguito. Ahora, doblada sobre la mesa, con las piernas y brazos expandidos y con los ojos vendados simplemente esperé a ver que harían. Los escuchaba reírse. Uno de ellos untó mi orto con mucho gel lubricante. “Al menos no dolerá” pensé. Entonces pasó. Ingenuamente esperaba la entrada de la primera verga en mi pussy, pero lo que sentí fue mas bien los nudillos de una mano bien lubricada. Sabía lo que venía: “Mierda… esto me suena a fisting” Y antes que pudiera procesar lo que pasaba ...
... sentí que me quitaban el alma cuando un puño entero desapareció en mi culo. Grité de dolor, pues lo hizo de manera brutal, de un solo tiro. Me quedé sin aire, casi desmayada. -“¡Chicos así no por favor! Sean más gentiles please!” rogué -“¡Calla puta!” Escuché “Ahora vas a saber lo que se pasa a las perras travestis que putean en el parque” Sonaba más a castigo sádico que otra cosa. El puño seguía en mi culo. Su dueño empezó a moverlo de un lado a otro, girándolo, expandiendo con el brazo mi ahora dolorido orto. Solo me quedó apretar los labios y aguantar. Sacó el puño solo para volverlo a meter. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Cuando terminó seguro mi vagina anal estaba tan abierta que ahora cualquier cosa podría entrar sin problemas. Me sentía impotente sin poder moverme. -“¿Quién sigue?” Escuché. Era obvio que todos pensaban repetir el ritual. Y así fue. Los puños completamente cubiertos en lubricante gelatinoso empezaron a entrar y salir de mi cuerpo. Cada uno lo metía más profundamente que el anterior. Cada uno giraba y retorcía el puño en mi recto. Llegué a sentir casi medio brazo dentro de mí. Los brazos entraban y salían sin darle un descanso. Estaba sin aliento, resignada, adolorida. ¿Cuándo terminará esto? Pensé. Los escuchaba reírse, bromeaban, me llamaban de todo: puta, perra, zorra, marica. Apoyé mi cabeza sobre la mesa, simplemente esperando a que se cansen. Pero no fue así. -“Joder, ¿creen que esta puta pueda aguantar dos puños en el culo? Dijo uno. “¡Ja, ja! ...