Cerrando el círculo
Fecha: 29/01/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
Mónica y yo nos veíamos muy a menudo, solíamos salir por la ciudad como dos noctámbulas de vuelta de todo. Las dos juntas deambulando por los garitos de ocio más de moda atraíamos la atención de todos los tíos. Era divertido porque siempre conseguíamos levantar pasiones y, sabiendo mi aversión al sexo con niñatos de discoteca y, comprendiendo que mi amiga tenía novio desde hacía más de 3 años, en realidad nunca íbamos de caza, sino de cachondeo. Lo de Mónica era una especie de prisión relacionada con la ortodoxia derivada de la vida en pareja ya que, continuamente me hacía partícipe de su frustración sexual. No sabía explicármelo muy bien. Tal vez era la rutina, o quizás es que el chico no le daba a ella lo que necesitaba. Lo ignoro. Yo procuraba no meterme en temas ajenos y soslayaba los reproches que el alcohol le empujaba a confesar prácticamente en cada cita. Mis escasas y esporádicas relaciones con los tíos, aunque de vez en cuando eran intensas, no solía explicárselas a Mónica, básicamente por carecer de trascendencia o de interés narrativo. O por no hacerle sentir una especie de envidia que, por otro lado, sería infundada. Ella ya sabía de mi reciente ruptura con Santi, pero no era consciente de la razón. No le hablé nunca de aquel moro llamado Akim. Ese ogro apestoso me ponía tan cachonda que me daba vergüenza confesarle a nadie mis recientes experiencias con él. En parte me sentía mal por ello. Me daba la sensación de estar ocultándole cosas mientras ella siempre lo ...
... confesaba todo. Pero es que, joder, con ese tipo casi había reinventado el Kamasutra del porno y, encima, no había conseguido saciar el apetito animal que, irremediablemente, me seguía transmitiendo. El día que lo conocí, gracias a Santi, al moreno ya le pajeé, se la mamé, me folló viva y me hizo un estropicio seminal para enmarcarme la cara (léase mi experiencia �De repente, un extraño�). Y la segunda vez que nos citamos, esta vez por iniciativa mía, el tío estaba acompañado de un amigo y me dieron por todos los sagrados agujeros de mi concupiscente anatomía (léase mi experiencia �Ironía por duplicado�). En fin, no era algo de lo que me enorgulleciera y, tal vez por eso, preferí mantener a Mónica al margen. El problema es que, aún hoy, pensar en ese cerdo me pone muy caliente. Y entonces, una tarde, en casa, dándole vueltas a mis apetencias, se me ocurrió el juego más lascivo que jamás había planeado para alguien. Teniendo en cuenta las múltiples quejas con las que me taladraba Mónica constantemente acerca de su asexualidad conyugal, se me ocurrió una perversidad que estaba convencida que me agradecería toda su vida: le presentaría a Akim y nos lo follaríamos las dos como jamás habían soñado ninguno de ellos. Pensar tan solo en este descabellado plan me ponía a mil. Mónica no era consciente de la existencia de Akim, ni de su capacidad anatómica, tampoco de su aspecto ni olor, de su color bronce ni del extenso fluir de su éxtasis. La ignorancia era perfecta. Ahora me estaba ...