Feminizando a mi novio
Fecha: 02/02/2019,
Categorías:
Transexuales
Dominación
Autor: Paulina, Fuente: CuentoRelatos
Escribo esta historia por el placer en recordar como descubrí mi pasión por los juegos de dominación y mi primera experiencia en ellos. Y también para hacer ver a otras mujeres que los hombres no son siempre lo que parecen. Soy una mujer en la treintena, aunque cuando sucedió esto tendría como 27 años, soy más bien baja, de buen tipo, sin curvas escandalosas y un tanto atlética (más joven practique natación). Me considero y me consideran una mujer normalita tirando a guapa: pelo castaño por los hombros, bonita cara, ojos marrones... Pero en aquel entonces había algo en mí que puede que sorprenda a muchos: era virgen. Si, con 27 años aun no había perdido mi virginidad. Aunque había practicado muchos juegos sexuales con varios chicos, siempre le tuve miedo a la penetración y no había encontrado al chico ideal, así llegue a esa edad en ese estado. En aquellos días empecé a salir con un chico de donde yo trabajaba: Daniel. Nos conocíamos desde que entramos juntos en la empresa, hacia 3 años y bueno, una noche nos enrollamos y decidimos probar y salir juntos. Daniel era un chico atento, simpático e introvertido era guapo sin llegar a ser el típico creído: delgado, ojos verdes, rubio oscuro... Nos veíamos todos los días en el trabajo, después yo le llevaba en coche a su casa. Vivía con sus padres, él era menor que yo: tenía 25, por lo que generalmente nos quedábamos hablando en el coche un buen rato. Más tarde yo solía llevar el coche a un descampado cerca de la casa para ...
... meternos mano a gusto. Durante las primeras semanas, solamente tuvimos sexo manual o el me frotaba el pene contra mi clítoris, a veces a través de la ropa interior, de la mía o de la suya. A Daniel le encantaba correrse en sus boxers y entrar a su casa con su semen humedeciéndole el pantalón. Los fines de semana solíamos ir a mi apartamento, que compartía con otras dos chicas, y como la mayoría de los fines de semana no estaban, pues era más cómodo. Como conocía mi miedo sobre la penetración, el propuso que tal vez con el sexo oral me relajaría y perdería el miedo. La verdad es que tenía unos orgasmos magníficos con su lengua jugueteando en mi clítoris, e incluso después de hacerlo seguía teniendo espasmos por un buen rato. Daniel tampoco se quedaba atrás ya que le excitaba tremendamente darme placer con la boca y se masturbaba buscando correrse al mismo tiempo que yo. Así comenzamos otros juegos, como por ejemplo en lugar de ir al descampado, nos acercábamos más a sitios más visibles e incluso buscábamos que alguien me viese correrme a través de los cristales del coche mientras él me lo mamaba. Otras veces nos quedamos hasta tarde en el trabajo y nos quedábamos en ropa interior trabajando en despachos contiguos, sabíamos cuando pasaría el vigilante y esperábamos el último momento para vestirnos - lo llamábamos "la pillada", el que lo hiciera antes perdía. Cosa que nos excitaba mucho. Así transcurrían nuestros juegos, cada vez buscando algo más excitante, pero sin pasarnos: ropa ...