1. Los polizontes


    Fecha: 10/02/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Sexo Oral Autor: FilosofoAullado, Fuente: CuentoRelatos

    ... mano con furia sobre tu clítoris. Gruñes, lloras, no sabes lo que sucede. Pero para tu sorpresa te sientes humedecer, un torrente de tu dulce savia ha inundado la mano de tu atacante, que conforme te vas poniendo más caliente te va soltando, te mete un dedo, luego dos, al final hasta tres y ya reconoces mis gruesos y largos dedos; te dejo de apretar la boca pero no quieres voltear, te dedicas a gemir hasta que te reencuentras con tu orgasmo, un orgasmo plácido que te atraviesa con pequeños choques eléctricos que embelesan sin lastimar. Ahora sí te volteas y me miras riéndome, me arrojas sobre las escaleras, enojada. Yo traigo un pantalón de mezclilla y una playera blanca con franjas café claro; mis botas café oscuro que tanto te disgustan y el reloj que tú me regalaste. Echas un vistazo a mi pantalón y comprendes que estoy a punto, pero en lugar de complacerme, te bajas las bragas y me las arrojas en la cara, yo las huelo y las pongo en uno de los escalones. Levantas tu falda y me pones tu sexo en la cara, ahí recostado en las escaleras, muevo la lengua saboreando tu abundante jugo, trato de tomarte del culo para maniobrar mejor, pero me dices que sólo tengo permitido tocarte con la lengua, me das un manotazo y me pones las manos arriba de mi cabeza, me amarras con un lazo invisible y entiendo el juego, me montas la cara lanzándome furiosa tu sexo como en otras ocasiones yo te he arrojado el mío; me sorprende, es la primera vez ...
    ... que lo haces pero no dejo de chupar y lamer, tengo los labios y la nariz llenos de tu sabor; por momentos no me dejas respirar y pataleo y se me humedecen los ojos, me ves y sonríes, luego te lanzas de nuevo al ataque moviendo tus caderas con maestría para lograr un roce más profundo de mi lengua. Afuera comienza a llover y los truenos te sacan por un momento del trance; me desabrochas el cinturón y luego el pantalón, bajas el cierre y sacas mi pene erectísimo; con el mismo ímpetu que utilizaste para montarme la cara, me montas el sexo, entra sin dificultad en tu coño empapado, me cabalgas y te sujeto de las tetas, pero me das un manotazo de nuevo; me cabalgas con rabia y coraje, succionando mi verga con una atrocidad deleitosa; me abofeteas, también eso es nuevo; siento delicioso cómo subes y bajas apoyándote un poco en los barrotes de madera de la escalera; me matan las ganas de apretar tus grandes senos y duros pezones, pero hago el esfuerzo. Afuera arrecia la lluvia y también arrecia el pubis que me arrojas libre y soberana. Siento que me desmayo, que me muero, que pierdo el conocimiento, veo luces de colores como si fuera un boxeador noqueado; te apoyas en mi pecho y siento tu movimiento preciso, perfecto, hasta que nos venimos al mismo tiempo, nuestros líquidos se mezclan, bailan juntos al ritmo de la lluvia. Te bajas, caliente y sudorosa y vas al lavabo. Desde el baño escucho que dices, Finalmente no está tan mal la casa. 
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