Todo empezó en el seminario
Fecha: 15/02/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Bisexuales
Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos
... culo consagrado. Así que, arrodillado detrás de Julio, conseguí volver a meterle mi verga por el ano. Y entonces, acoplados los tres genitalmente en una especie de “tren”, le asesté una impetuosa embestida que me hizo disfrutar de un delirante gustazo. De golpe, sentí un poderoso deseo de hacer totalmente mío ese culo magnífico. Me puse a penetrarlo, a ensartarlo, a follarlo con tanta pasión como afecto. Me sentí terriblemente excitado, rememorando vagamente sentimientos y sensaciones deliciosas de arriesgados coitos anales en las habitaciones del seminario. De esta manera, me fui aproximando a un orgasmo que, por el doloroso placer que crecía en mi cuerpo, prometía ser tan irresistible y gozoso como algunos de 15 años antes. Simultáneamente que yo sodomizaba con entusiasmo a Julio, él aprovechaba el impulso de mis arremetidas para ir follando a mi mujer. Y debía hacerlo bien, porque ella le pedía: “¡Más fuerte! ¡Más fuerte! ¡Sigue! ¡Sigue!!” Continuamos así, más o menos sincronizados, durante cuatro o cinco minutos. Hasta que los trallazos de placer que excitaban mi sistema nervioso se hicieron insoportables. Entonces, hundí la polla entera en culo de Julio y me quedé un momento inmóvil (“Estoy a punto... a punto...”), como para tomar carrerilla hasta el orgasmo inminente. Y de golpe me corrí gozando extraordinariamente; me corrí recuperando un sentimiento de gratitud por aquel culo que tantas veces antes me había hecho feliz; y eyaculé impulsivamente una, dos, varias ...
... veces, mientras en mi cuerpo sólo había un placer liberador que me mantenía paralizado. Julio, respetando mi orgasmo, se quedó quieto, a pesar de que mi mujer le exigía con desespero que siguiese, que no parase, que la follase como un semental. Le gritaba y (“¡Jódeme fuerte, cabrón! ¡Jódeme como un macho, cura de mierda!”) le insultaba. Pero Julio mantuvo la tregua lo suficiente para que yo volviese a sentirme vivo y mi polla, desentumeciéndose, abandonase ese culo que tanto placer había vuelto a darme. Sólo entonces Julio se concentró en follar a Flora desenfrenadamente. Ella respondió con entusiasmo, acoplándose al bamboleo pendular de la pelvis de Julio. Su jadeo ruidoso se convirtió en un “¡aaayyy!” continuado que se intensificaba a medida que se acercaba al orgasmo. Era un espectáculo alucinante. Me admiraba la capacidad de lujuria de mi mujer cuando tenía una polla nueva follándole el chumino. Bueno, en ocasiones, también con pollas que repetían, incluyendo la mía. Pero más me admiraba la destreza de Julio fornicándola a conciencia. A veces, la morreaba para ahogar su griterío, a veces le sobaba las tetas, a veces le susurraba obscenidades al oído. Ella reaccionaba agarrándose tenazmente a las nalgas de Julio, como un náufrago a una tabla. La pena fue que el espectáculo duró poco. Yo me había librado de condón y asistía a aquella exhibición, con la polla embadurnada de esperma, masturbándome ligeramente. Pero ni siquiera me dio tiempo a ponerme caliente de nuevo. Flora soltó ...