1. Necesitaba compañía y un vagabundo se convirtió en mi pareja


    Fecha: 25/02/2019, Categorías: No Consentido Incesto Autor: MariaDream, Fuente: CuentoRelatos

    ... dejaría para siempre mi trabajo como “señora de compañía”. La vida era la típica de una pareja joven que sin muchos recursos se muda a un piso de alquiler, con la diferencia de que estaba también mi hijo, lo cual siempre fue mi prioridad. El apartamento tenía un salón principal pequeño, un dormitorio, y un pequeño cuarto de baño. Yo siempre acostumbraba a dormir en la habitación en la cual se encontraba la cuna del bebé, pero aquello pronto cambió por motivos obvios. A los pocos días de convivencia, el comenzó a reclamarme sexo, a lo cual no me negué al estar enamorada en parte de él. Aunque lo hacíamos a distintas horas del día, esperábamos siempre a que el bebé estuviera durmiendo, y era entonces cuando practicábamos sexo. A diferencia de los clientes a los cuales estaba acostumbraba, él no era una persona especialmente imaginativa ni fetichista, y el sexo siempre se desarrollaba de la siguiente manera. Primeramente, solía practicarle una felación. Tras eso, simplemente me pedía que me tumbase en la cama, me habría de piernas, y él me follaba, durante unos diez minutos que es lo que aguantaba, hasta que terminaba por eyacular. Por supuesto, para no correr el riesgo de quedarme embarazada, siempre le obligaba a utilizar preservativo. Al principio le permitía unos segundos de penetración sin protección, pero transcurrido un leve tiempo le pedía que lo utilizase. Era así como transcurría nuestro día a día. Él buscaba trabajo pero no encontraba, por lo que era yo la que ...
    ... salía en busca de trabajo (como camarera) mientras él se quedaba en casa cuidando del bebé. Los problemas llegaron cuando el dinero que tenía ahorrado se acabó. El poco que ganaba en bares y limpiando era gastado en pagarle a la casera el alquiler del apartamento, y en darle de comer al bebé, el cual desde hace ya un tiempo había dejado de tomar mi leche, por lo que nos vimos en serios apuros económicos. Así las peleas y discusiones comenzaron a ser más frecuentes, y el clima en la casa era insoportable. Cualquier tontería provocaba su enfado, en parte por el hambre que pasábamos y en parte por la falta de su dosis diaria de alcohol, al cual ya no tenía acceso, viéndose obligado a mendigar a mis espaldas, lo cual me confesó más adelante, para poder pagar sus vicios. Las peleas siempre terminaban de la misma manera, que era teniendo sexo sin preguntarme nada, simplemente me bajaba los pantalones y bragas, me tiraba contra el sofá y me penetraba hasta eyacular, por supuesto sin preservativo, algo que enormemente me preocupaba (Afortunadamente no me quedé embarazada). El cariño mutuo se fue terminando, hasta un extremo en el cual no quedó alternativa. Una de las noches, mientras el lloraba, se abrazó a mí, y con voz triste me dijo: -Por favor vuelve a hacerlo, te lo ruego. No daba crédito a mis palabras. A pesar de su fuerte dominación sobre mí, me estaba pidiendo que volviese a las calles a ejercer la prostitución. Al principio no quería aceptar, pero finalmente no me quedó más ...