1. El despertar del erotismo


    Fecha: 25/02/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Alvaro G. Suese, Fuente: CuentoRelatos

    Me senté al lado de ti, sobre la cama, mirándote fijamente mientras dormías. Sabía que bajo las sabanas, donde estabas arrebujada, tu cuerpo desnudo transmitía esa sensación de infinito deseo que emana de tus bellos ojos y de tu rostro de ingenua dama angelical. Te miré sin recato, deseándote, sintiéndote tan cerca que se me hacía imposible vivir sin tu respiración. El tiempo pareció detenerse en ese instante cargado de magia y encanto mientras mis dedos jugaban, inconscientemente con tus cabellos. Al final despertaste. Me miraste y con una hermosa sonrisa dibujada en tu rostro, me diste los buenos días. Fuera, un frío sobrecogedor y una pertinaz lluvia de invierno nos recordaron la estación del año en la que vivíamos. No dejé de acariciar tus cabellos mientras en baja voz, susurrándote, comencé a contarte de la vida, de los sueños, de los sentimientos, de los deseos incontenibles. Sentí que estabas tan cerca de mí que era imposible vivir sin tu mundo de blancos mensajes. Acaricié tu rostro con ternura, con una ternura infinita nacida del alma y te besé, te besé suavemente dejando que mis labios empapasen los tuyos, saboreándolos sin prisa, haciéndolos míos. Recordé aquel primer beso, el de aquella otoñal noche de guateque. Asomados a la terraza, mojada por la lluvia fina y persistente, con nuestras manos entrelazadas, te hablé al oído, te susurré frases cargadas de sentido, llenas de besos imposibles. Te hablé, recuerdas, del viejo banco de piedra, de su significado, ...
    ... incluso de aquella pareja que vi besar, amarse en silencio, mientras el mar rompía con fuerza en las paredes del pequeño espigón; aquel banco convertido en ara erigida en holocausto a la pasión sin límites. Sonreíste, tu rostro se iluminó como lo hizo esta mañana cuando te desperté y te sentí mía por un instante que ningún reloj fue capaz de medir. He destapado la ropa de la cama y tu cuerpo desnudo se me ofrece como el mayor y más hermoso de todos los placeres. Deseo mirarte, recorrer tu cuerpo con mis ojos en silencio, sin decir nada, sin una palabra, solo contemplarte y acariciarte con la mirada, hacerte mía con esos ojos que ahora te observan. Te estremeces y tu cuerpo se arquea ávido de deseo. Mis manos comienzan a acariciarte, a recorrer una a una, todas tus sinuosas curvas femeninas. Te hago mía en mis caricias, en mis sueños, en mis silencios, en mis deseos. Me inclino sobre ti, con suavidad, con cuidado, y comienzo a besarte sin límites, mis labios mojados se deslizan por tu cuerpo desnudo. Tus orejas, tu rostro, tu cuello, tus pechos. Noto que la excitación alcanza el paroxismo, ese punto mágico en que cualquier cosa puede llegar a suceder. Hago que mientras mis labios dibujan con saliva todos tus rincones, tus manos sirvan para darte placer, un placer infinito. Necesito que esta vez seas tú la que goce plenamente, sin recato, sin tabúes, sin miedos. Tú y yo, los dos, para ti, para hacer que goces en silencio, para hacer que mis caricias y las tuyas te trasladen a ese ...
«12»