UNA NUEVA AURORA: La primera sumisión.
Fecha: 26/02/2019,
Categorías:
BDSM
Sexo Duro
Tabú
Autor: ibero, Fuente: xHamster
Primera parte Una vez leído el mensaje, con las órdenes pertinentes de su maestro resonando en su cabeza, murmurando sus palabras para sí misma una y otra vez, sin apenas mover los labios, al igual que si de una oración se tratara que contra más fervor se ponía, más necesidad se tenía, se dispuso a cumplir su voluntad, todo bajo la atenta mirada de sus dos mascotas que la seguían por toda la casa allí donde fuera escuchando su monótona letanía. Sacó una madeja de cuerda del fondo del armario, donde hacía ya días la había escondido. Allí era donde tenía su escondite secreto, detrás de los edredones había dispuesto unas cajas que ocupaban toda la parte trasera de una balda del gran armario. Allí nunca hurgaba su marido, toda la ropa se la preparaba Ella la noche anterior para que a la mañana siguiente la tuviera lista cuando saliera de la ducha. Sería la primera vez en todos estos años que llevaban casados que él se m*****ara en abrir la puerta del armario para coger o buscar algo, siempre la llamaba en el caso que le faltara algo o quisiera una camisa u otra ropa en particular. Así que lo consideraba bastante seguro como para guardar todos sus secretos, todos sus oscuros deseos. Cortó dos trozos de poco más de un metro con la tijera, y otro más largo, de tres metros aproximadamente, pues tomaba como referencia la longitud del tocador del dormitorio. Hoy iba a ser una cosa sencilla, pero la enseñaría la manera en la que su maestro quería que saliese siempre a la calle, y si ...
... así lo deseaba su Señor, así lo haría. ¡Vaya! - exclamó en voz alta - al darse cuenta que tan pronto se estaba habituando a guardar ese respeto en el tratamiento que cualquier esclava debe a su Señor. Miró la cámara, la luz roja que indicaba que estaba grabando estaba encendida, el tiempo corría y la batería estaba al 100%. Luego miró al espejo, la disposición de la iluminación del tocador hacía que tan sólo pudiera ver su imagen con las cuerdas recién cortadas colgando de su mano, a su espalda era como si no hubiera nada, la habitación estaba sumida en la oscuridad, salvo por una pequeña rendija ocasionada por la rotura o defecto de la persiana por la que se colaba un fortuito rayo luz, pero insuficiente para distinguir algo. Ahora sus ojos reflejaban sus ansias por comenzar, por empezar tan excitante aventura que para Ella representaba el comienzo de su liberación sexual, el fin de su autorepresión, un comienzo lleno de esperanza, deseo y lujuria. Se quedó con una de las dos cuerdas pequeñas en su mano izquierda y dejó las otras dos encima de tocador, la levantó hasta tenerla a la altura de sus ojos y la cogió también con su otra mano, justo debajo de la otra para ir deslizándola lentamente hasta que la distancia la pareció correcta, unos centímetros más abajo. Esos centímetros de cuerda, que quedaron entre sus dos manos, los colocó bajo su pecho izquierdo y comenzó a rodearlo con ella con su mano derecha, ayudándose con la otra mano, que seguía sujetando el extremo. Recordó ...