Mi perra
Fecha: 02/03/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Corn, Fuente: CuentoRelatos
... PERRA era una de mis vecinas. Miré la foto con detenimiento intentando averiguar quién sería, por el ángulo de la foto, tenía la duda de si sería mi vecina de al lado o la del piso de arriba. La vecina del piso de abajo la había descartado al momento, con 70 años no podía tener unas tetas tan bien puestas. Medité durante un par de días cuál sería mi siguiente movimiento, tenía que sacar el máximo partido de la situación y tras descartar varias ideas, finalmente me decidí a dar el paso. Unos días antes de pasar a la acción, le había ordenado que mirase el móvil a las 8, 10 y 12 de la mañana en punto para ver si le había mandado algún mensaje con las instrucciones que debía cumplir. Sabiendo que era el único vecino que vivía solo, cuando faltaban apenas tres minutos para las ocho de la mañana, le envíe el mensaje que por fin, me desvelaría cual de mis vecinas se había convertido en mi PERRA. Me preparé un café con leche y me dispuse a esperar a que sonase el timbre de la puerta. A las 8:30, tal y como le había ordenado, llamaron a la puerta. Traté de tranquilizarme para no echar todo a perder y con cara de extrañado abrí la puerta. Allí estaba ella, misterio desvelado, mi PERRA no era otra más que mi vecina de al lado. Vivíamos puerta con puerta y en ningún momento habíamos sospechado que únicamente la pared de la sala separaba a la PERRA de su AMO. La tenía delante de mí mirando a los lados nerviosa. Tenía el pelo mojado y cubría su cuerpo desnudo con una amplia toalla. — ...
... Perdona que te moleste a estas horas, —empezó a decir. — pero me estaba duchando y de repente ha dejado de salir el agua caliente. He mirado a la caldera y sale la alarma de que está bloqueada. Podrías echarle un ojo? No tengo ni idea de cómo va. — Como no, —contesté haciéndome el sorprendido. — déjame coger las llaves y voy ahora mismo. Anda, entra en casa que vas a pillar una pulmonía. La vi entrar rápidamente en su casa dejando la puerta entreabierta y tras coger las llaves de mi casa, entré, como se suele decir habitualmente, hasta la cocina. Tras mirar la caldera como si la supiese desmontar con los ojos cerrados, solo tuve que pulsar el botón de rearme para ponerla de nuevo en funcionamiento. Se abrazó a mí dándome las gracias, aprovechando para que notase sus pechos, aplastados sobre mi torso, a través de la toalla. Una vez se separó, me acompañó hasta la puerta y cuando fue a abrirla, dejó caer "accidentalmente" la toalla mostrándose completamente desnuda ante mí. Apenas tuve tiempo de ver su depilado coñito, cuando se agachó y roja como un tomate, recogió nuevamente la toalla. — Dios! Qué vergüenza. —alcanzó a decir sin atreverse a levantar la vista. — Tranquila, no pasa nada. —respondí. — Hay que tener cuidado con las toallas que las carga el diablo —le dije mientras abandonaba su casa, cerrando la puerta tras de mí. Diez minutos después, recibí su mensaje: "Amo, he hecho todo tal y como me ha pedido. He abierto el agua caliente y he cerrado el gas para que saltase la ...