Las desventuras de MaryAnn
Fecha: 04/03/2019,
Categorías:
Grandes Series,
BDSM
Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
DÍAS 1 al 17 El martillo de madera golpeó sobre la base tan fuerte que un estremecimiento sacudió a Lady MaryAnn. —tiene el jurado un veredicto? El hombre mayor se ajustó las gafas. —lo tenemos señoría. Declaramos al difunto Sir William Lord culpable de fraude a La Corona. Su señoría, el honorable Juez Carter dictó la sentencia: —todos los bienes de Sir William Lord quedan confiscados, incluyendo a su hija única, Lady MaryAnn, que será vendida como esclava. Será subastada entre los honorables acreedores de su difunto padre dentro de dos semanas. Hasta entonces permanecerá en los calabozos de esta institución de justicia. Se levanta la sesión. Un nuevo martillazo fue el arranque de un mar de lágrimas. La multitud se agolpaba en la plaza. Nadie quería perderse la previsible subasta de la joven MaryAnn, esa bella y virtuosa muchacha tan cruelmente golpeada por el destino. Un carro abierto la transporta al catafalco donde la espera el funcionario del tesoro y el maestro de ceremonias, que la ayudan a subir. La suciedad de la celda donde ha permanecido varias semanas y las lágrimas derramadas apenas enturbian su belleza. El funcionario lee el acta de rigor, y va a dar por iniciada la venta. Delante del populacho y sentados en cómodos asientos separados por una barrera están los acreedores. Uno de ellos levanta un brazo. —dígame Sr…. Consulta sus hojas de puja y completa la frase. —Sr Roskov? Este se levanta de forma ceremoniosa y mira a sus compañeros de subasta antes de decir. ...
... —ejem... mis ilustres acompañantes y yo creemos que debe mostrar adecuadamente la mercancía antes de pujar. El funcionario se dirige al maestro de ceremonias que asiente. —Lady MaryAnn, por favor, desnúdese. La pobre MaryAnn rompe a llorar desconsoladamente, negando con la cabeza. El funcionario insiste, con resultados negativos. Por tercera vez pide a MaryAnn que se quite la ropa con idéntico resultado. A la cuarta cambia el tono. —Lady MaryAnn, si no se desprende de sus ropas tendré que aplicarle la ordenanza por desobediencia... diez latigazos. A duras penas y sin cesar de llorar, MaryAnn se quita la ropa, quedándose en calzones y corsé. El funcionario mira al Sr Roskov, que desdeña ostensiblemente. —Lady MaryAnn, por favor. La llorosa joven comprende la petición y se desanuda el corsé, se quita la camisa y los calzones, y queda completamente desnuda. Cuando sus pechos quedan al aire la chusma grita, pero esas exclamaciones se convierten en rugidos cuando su poblado vello púbico amanece. MaryAnn antepone una mano intentando ocultarlo mientras su brazo izquierdo libre lo sube a sus pechos creyendo hacerlos invisibles. Sin esperar a la orden de inicio, un viejo con barbas blancas y aspecto de usurero semita dice con voz cascada. —mil guineas. El maestro de ceremonias le dice que debe esperar a la orden. Entonces la da. El judío repite: —mil guineas. Ante el regocijo de la plebe se suceden las pujas, hasta que se alcanzan las diez mil libras. —diez mil libras, la última oferta. ...