Julieta
Fecha: 08/03/2019,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Gladys97_18, Fuente: SexoSinTabues
He aquí una de las muchas experiencias de esta chica llamada Julieta... Hola queridos lectores. He estado leyendo una novela llamada “Julieta o el vicio ampliamente recompensado”. Novela en la cual se habla sin ninguna pena, en la mayoría si no es en todas sus páginas, diversas situaciones sexuales en la vida de la chica que narra la historia. Aquí escribiré para ustedes la que es una de las primeras experiencias de esta chica. (…) Ella y su hermana vivían en un convento… Cuando tenía 12 años conocí a una muchacha de nombre Eufrosina; era una belleza: alta de color aceitunado que me llevaba tres años. Su cuerpo era uno de los que podría inspirar a cualquier artista y yo me enamoré inmediatamente de ella. Ella, por su parte, también estaba enamorada de mí, y se estableció entre nosotras una “amistad” muy estrecha. (…) La abadesa, la madre Delbéne, era una mujer cuya belleza cortaba la respiración, tendría tal vez 29 o 30 años de edad. Sin embargo aparentaba tener 20 años menos… Una tarde una madre nos sorprendió a Eufrosina y a mí besándonos bajo la escalera. Entonces nos convocó a las dos a la sala de la madre Delbéne. La primera en entrar fue Eufrosina, por ser mayor que yo, y me quede sentada en la sala de espera. Me sentía aterrada cuando por fin me mando a llamar… Abrí la puerta y con gran sorpresa encontré a la abadesa tendida sobre un sofá casi desnuda. A su lado yacía la bella Eufrosina con la suavidad de un blanco lechoso del cuerpo de la abadesa, y sus senos, ...
... pequeños y erguidos. Entonces todo el pánico me abandonó, sentí que se me cortaba la respiración y que mis rodillas se doblaban de deseo. - Cierra la puerta, chiquilla. – dijo la madre muy dulcemente – No tienes nada que temer… - una vez cerrada la puerta se incorporó y me llevo de la mano. – Desde el primer día en que llegaste a este convento he deseado conocerte íntimamente, querida niña. Eres muy atractiva. Pero no quise hace nada antes de estar segura de que mis avances no fueran correspondidos. Sonreí encantada ante el interés que me mostraba. Ella, sonriendo también, me llevo hasta el sofá, y sin más metió la mano bajo mi vestido y aferro el centro agitado de mi pasión. - ¡Te ruborizas, angelito! ¡No debes hacerlo! Es evidencia de modestia y… ¿a qué viene la modestia?, ¿Por qué tienes un coño? Todas lo tenemos. (…) - Me ha malinterpretado, buena madre – respondí apoyándome suavemente en la palma de la mano que rodeaba mi vulva palpitante -. Si enrojezco es por ansiedad. ¿Qué muchacha podría contemplar su cuerpo esplendido sin sentirse dominada por el deseo de cubrirla de besos, de estrecharse en sus brazos, de rodearle de amor? - ¡Vaya, vaya! No cabe duda de que eres lista. – Y sin soltarme se volvió a Eufrosina - ¿Por qué no me habías dicho que tu amiga era tan encantadora? La habría invitado a reunirse con nosotras. (…) La madre puso un brazo alrededor de cada una de nosotras y nos estrechó contra ella. - ¡Oh, queridas niñas! ¡No quepo en mí de gozo! Vamos a desnudarnos y a ...