Con el maduro de la tienda...
Fecha: 25/10/2017,
Categorías:
Gays
Sexo con Maduras
Autor: renovatio111, Fuente: xHamster
... llevó una mano a mi cintura y acercó sus labios a los míos. Fue un beso sensual y prometedor: sugería que ya habría tiempo para utilizar la lengua después con más calma. Se separó de mí suave pero rápidamente al ver que alguien abría la puerta. Me encantaba su sentido de la discreción y el respeto.- ¡Qué pasa Mario! –Saludó jovial el cliente, un hombretón algo más joven que él, largándole un caluroso apretón de manos. Yo seguía tras el mostrador como si tal cosa.- Aquí me ves, a punto de irme para casita.- ¿Muy dura la jornada?- Pues mira, hoy precisamente ha venido a ayudarme a cerrar mi amigo Jorge. –Dijo señalándome con un gesto de cabeza.El tipo asintió con aprobación. - Así me gusta, un chico atento. Oye, pillo un par de cosas y me piro. –Añadió mientras se iba al fondo de la tienda.- Sírvete tío.Esperé a que no nos oyera el otro y dije:- "Jorge"… Me gusta.- No te importa, ¿verdad? –me respondió el vendedor– Me ha salido sólo; como no conozco tu nombre real, siempre que me acuerdo de ti pienso que te llamas Jorge.- Me encanta tío, sobre todo sabiendo que me lo has puesto tú.- Pues ya está, si te da igual te llamaré Jorge, que ya te he asociado con ese nombre y me mola para ti.- Cojonudo. Por cierto –añadí extendiendo la mano–, encantado, Mario.Nos reímos. - Igualmente –respondió mientras me la estrechaba; después se giró para atender a su amigo que venía a pagar. No sé cómo lo hizo para, con una mano, sobarme el culo sin que se diera cuenta su colega, mientras con la ...
... otra le cobraba como si nada. Yo no me quitaba de la cabeza lo que acababa de decir Mario: "cada vez que me acuerdo de ti"… Así que al parecer estaba tan encantado de verme como yo a él.Miré la hora mientras se despedían, y en cuanto se hubo marchado el amigo, oí cómo el vendedor me decía en voz baja:- No te preocupes, en unos minutos estaremos con la polla al aire y pasándolo de puta madre…–me soltón un lametón en la oreja–, disfrutando uno del otro.- Cómo me pones cabrón –contesté en mitad de un jadeo.- Pero aún queda un rato, quítate la cazadora que te vas a asar.Todavía entró algún cliente en el cuarto de hora que quedaba. Charlamos Mario y yo de tonterías: el tiempo, el curro… Y cada vez que él cobraba a alguien, se las arreglaba para acariciarme el paquete o meterme mano de alguna otra forma sin que se viera desde el otro lado del mostrador. Aquello me daba un morbazo de la hostia. Y aproveché para, por mi parte, tocarle el culo más de una vez, y ver cómo se le iba marcando poco a poco un sugerente bulto bajo los pantalones.A menos cinco, con la tienda vacía, declaró Mario:- Bueno, se acabó. Hora de pasarlo bien.Me guiñó un ojo y fue a cerrar; le seguí. Bajó la reja y sin esperar a haber terminado de girar la llave de la puerta me rodeó el cuello con el brazo libre y me dio un morreo a la vez dulce y salvaje. Me aferré a sus labios y a su cuerpo en un apasionado abrazo. Después me separé para decirle: - ¡Qué ganas tenía! –, pero mis palabras fueron interrumpidas por el ...