Follada por un colombiano en el baño de la disco
Fecha: 13/03/2019,
Categorías:
Hetero
Anal
Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos
... colombianito comenzó a rozar con sus labios el lóbulo de mis orejas. A los pocos segundos ya estaba besando mi cuello, mordiendo mis orejas, mientras que con sus manos exploraba poco a poco mis caderas, mi abdomen, mis nalgas e incluso se aventuraba a rozar con mucha elegancia mi pubis. Así que ahí estaba yo, arrebatada y moviéndome como una perra en celo, rodeada de cientos de desconocidos que podían haberse estado deleitando con el espectáculo que estábamos dando y lo que hice fue comportarme con el desparpajo más obsceno que había tenido en la vida. Sin pensarlo dos veces giré el rostro y busqué con mi boca la suya y en lo que los labios se unieron, aproveche para mordérselos suavemente, al tiempo que juntaba mi lengua húmeda con la suya. Su reacción no se hizo esperar. Mientras yo me abandonaba con los ojos cerrados a ese morreo a saco, con su mano se aventuró a entrar debajo de mi falda y a buscar directamente mi conchita. Con una maestría indescriptible logró correr a un lado mi tanga y me imagino la menuda sorpresa que tuvo que llevarse al descubrir que yo estaba hecha un pozo abierto de flujo y humedad. Entonces se dedicó enfáticamente a rozarme el clítoris. Era tanta mi excitación que estaba fuera de mí. La sensación era tan desbocada que no podía percibir si me estaba tocando fuertemente o con suavidad. Lo único que sabía era que con cada movimiento todo mi cuerpo se estremecía. La concha no me dejaba de chorrear, el ano me comenzó a palpitar frenéticamente, los ...
... pezones se me erectaron a un punto que me hacían estremecer con el simple roce de mi blusa. Cuando introdujo un dejo en mi concha ya no pude más. Me despegue de él y le cogí de la mano, entonces comenzamos a caminar a paso frenético. Ni siquiera me detuve a buscar mis cosas, que a todas estas estaban en la mesa de mis amigas. Simplemente me dirigí hacia el exterior de la discoteca, recordando que al otro lado del centro comercial habían unos servicios que a esa hora nadie usaría, y si así fuese dudo mucho que se incomodaría con lo que pensaba hacer allí dentro. Llegamos y pasamos sin percatarnos siquiera de si había personas adentro. De inmediato nos metimos en una cabina y comenzamos a morrearnos salvajemente. Le metía la lengua lo más que podía mientras el con sus manos ya había levantado mi falda y se dedicaba a estrujar mis nalgas con fuerza. Entonces yo hice lo propio con mi blusa. De un tirón me la baje y deje al aire mi dos tetas que a ese punto se iban es estallar por lo endurecido que tenía los pezones. Él no dudo en comérmelas en lo que se percató de ese manjar que le ofrecía. Mientras tanto yo ya estaba dedicada a masajearle la polla por encima del pantalón. En mi mente solo podía pensar en el momento en que ese glande viscoso e inflamado se fuese abriendo paso por entre los pliegues de mi vulva, así que comencé a desabrocharle el cinturón y a bajarle la bragueta. En nada ya lo tenía entre mis manos. Tieso, caliente, vibrante, con una venas protuberantes que le ...