MI ATRACCIÓN POR LOS HOMBRES MADUROS 1
Fecha: 16/03/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Historia de mi vida. Mis comienzos en el sexo a los 12 años. Acabo de cumplir 68 años y he tenido una rica e intensa vida sexual que me gustaría compartir con todos vosotros. Empezaré por describirme: soy menudo de cuerpo y siempre he sido un hombre delgado. Ahora tengo el pelo blanco pero de joven era rubio y siempre he aparentado menos años de los que tenía. A los doce ya me hacía varias pajas al día pensando en las niñas del colegio de al lado, y yo era un machito que jugaba muy bien al futbol, pero mi vida cambió una tarde que por causalidad entré en los urinarios de la estación de autobuses de mi ciudad. Era el año 1959 y todavía puedo recordar el fuerte olor a meados y lejía que allí había. Estaba bastante concurrido así que me coloqué en el único mingitorio libre que había. Estaba meando cuando de pronto se me ocurrió mirar a mi vecino de la derecha. Era un hombre mayor, alto y corpulento, de unos 50 años. Un movimiento raro de su brazo hizo que mirara hacia abajo para fijarme en su polla. La tenía dura y se estaba haciendo una paja. Aquella visión hizo que mi pequeña pollita se pusiera durísima en un instante. Miré a mi izquierda, donde estaba un hombre viejo también con la polla en la mano pajeándose. El viejo era poco más alto que yo y su polla más pequeña que la del otro. Me sonrió y comenzó a pajearse más rápido mientras miraba mi pollita tiesa. Pero yo prefería al otro, así que volví la vista y empecé a meneármela mirando su picha dura. —¿Tan joven y ya le das? ...
... —me dijo entonces el maduro. Yo me sentía avergonzado, pero no podía dejar de mirársela mientras me la seguía meneando. Aquello me daba mil veces más gusto que las pajas que estaba acostumbrado a hacerme. Estaba tan excitado que en menos de un minuto me corrí. Me la guardé y salí rápidamente temeroso de que alguien conocido me hubiera visto, convencido de que aquello había sido una calentura y de que nunca más volvería a aquellos urinarios, pero esa noche me hice dos pajas más recordando la escena, rememorando el olor a meados y lejía, la polla del maduro de mi derecha… El caso es que al día siguiente volví a la misma hora. El maduro del día anterior no estaba pero había otros hombres, maduros casi todos, y yo me conformaba con ver pollas, cuantas más mejor. Iba tres o cuatro veces por semana, no siempre veía a hombres pajeándose pero solo el olor del lugar me la ponía dura. Durante varias semanas me conformé con mirar, pero una tarde un viejo asqueroso me la cogió y comenzó a menármela mientras él se pajeaba. Ufff, aquella tarde descubrí que si disfrutaba haciéndome pajas, daba mucho más gusto que te lo hicieran. Aquel viejo me vio tan entregado que me cogió del brazo y tiró de mí hacia uno de los retretes. No me gustaba, y además me daba asco, pero no tuve fuerzas para negarme. Cerró la puerta, me agarró la cabeza con las dos manos y comenzó a besarme en la boca. Pensé en apartarme porque me dio mucho asco, pero en un segundo el asco se convirtió en placer. El tacto de su ...