Mis dos familias - 03 de 10
Fecha: 22/03/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... disimular cuando uno de los hombres entró para pedirle a Bento que fuera ya que iban a recoger el fruto de su trabajo del día. Luego todo fueron prisas, se había levantado un fuerte viento del oeste que les hacía pensar que todo empeoraría y había que volver al abrigo del puerto. En el bar de la noche anterior nos habían preparado la cena y cuando Don se levantó para volver a casa Bento le habló. -Don Fernando, ¿le dejará a su hijo que se quede un rato? Yo mismo lo llevaré a la casa. -Don me miraba, sospechando lo que el caliente muchacho deseaba y que para Don resultaba elocuente, no podía ocultar mi miserable regocijo al sospechar su enfado y molestia que no dejaba que se viera. -Él es mayor y tiene mi permiso si es necesario. -mató parte de mi inicial alegría, pensaba que se iba a negar, pero Don era así de caústico y ácido a veces. Salió del bar y marchaba hacia el puerto donde habíamos dejado el coche a la mañana, le seguía pisándole los talones. Me apoyé en la puerta para que no la abriera. -Si quieres vuelvo contigo. -sujetó mi mano que estaba sobre la manilla y me apartó. -Solamente ten cuidado y no bebas. -así resultó de frío y se metió en el coche. Tenía a Bento detrás de mi y miramos como se iba alejando, demasiado rápido. Bento miró hacia los costados de la calle, era de noche y no se veía un alma paseando. -Vamos a mi casa, mi madre y Candela están en la tuya y dormirán allí, ¿o quieres que bebamos algo antes? -no me importaba que me desnudara cuanto antes ...
... pero deseaba hablar un poco y que no resultara tan exento de cariño y sin preparación. A veces soy así de romántico. En el bar donde entramos había poco público a pesar de ser sábado aunque aún era temprano, nos quedamos en la barra y pidió dos gin-tonics. -Hay poco público hoy, ¿no te parece? -¡Va!, el resto de la semana está desierto, no se gana dinero y no llega para gastar en diversión. -al parecer tenía razón, los problemas de los pueblos resultaban semejantes a los de las ciudades. Seguíamos bebiendo hasta que nos interrumpieron. -¡Bentó, cabrón! ¿No os ha tragado la mar? Me enteré que os arriesgasteis, espero que haya sido con suerte. -era un hombre relativamente joven, como de treinta años aunque resulta difícil calcular la edad a hombres tan curtidos. -Hemos tenido suerte, seguramente nos la trajo mi amigo. Mira Telmo, este es Sergio, salimos a veces juntos, a todo. -el tal Sergio me alargó una mano delgada, callosa, con tendones pronunciados y mucho bello. -¿Telmo, el del pazo alto? Casi te conozco. -Bento se había puesto nervioso, intuí que algo le había contado de lo que hacíamos y luego eso de que “salían juntos a todo” hizo que me pusiera en guardia. -Venga, ¿qué vas a tomar? -Bento sujetó su vaso con fuerza y llamó al hombre de la barra. -Lo mismo que estáis bebiendo vosotros. El tal Sergio no me desagradaba, todo él era fibroso con la cabeza algo alargada y el pelo muy corto, vestido con pantalones vaqueros muy gastados y camisa de tela gorda a cuadros con las ...