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Playa nudista
Fecha: 25/03/2019, Categorías: Confesiones Autor: beama1971, Fuente: CuentoRelatos
... llevó a la cama. Me desnudó y me puso de espaldas. Se tumbó encima y me penetró la vagina por detrás. Me embestía despacio pero con fuerza y haciendo movimientos circulares. Yo gemía como una posesa. Paró y empezó a lamerme los pies. Me situó boca arriba y me alcanzó el coño. Allí me comió mucho con su lengua. Yo gritaba de placer y me corrí en su boca. Tenía empapada toda la boca. A los poco minutos me penetró. Me preguntó si se ponía un preservativo o qué. Yo le dije que tomaba la píldora. Continuó con movimientos secos. Yo me retorcía y le apretaba con mis piernas. Me besaba la boca, los pechos, todo el cuello. Cuando se fue a correr sacó el pene y se corrió en mi vello púbico. Me lo inundó. Con su polla todavía dura se la embadurno de su esperma pasándolo por mi vello y me la metió toda llena de leche. Rápidamente la sacó y me comió hasta que me volví a correr. Fue impresionante. Ese día volví a casa muy relajada. Por la tarde me acosté con mi marido recordando la mañana y me corrí como loca de nuevo. Después de ese primer encuentro, nos despedimos. Nos volveremos a ver en la playa. Efectivamente, al día siguiente y habiendo mejorado el tiempo. Carlos y yo regresamos a la playa nudista. Al llegar, él ya estaba allí. Yo disimuladamente me apropié de un sitio cercano a mi amante secreto. Carlos y yo nos tumbamos. No paraba de mirarme, esta vez con una mirada todavía más picara. Carlos continuó con la broma.” Mira cómo le pones. Le has gustado. Seguro que alguna paja se ha ...
... hecho pensando en ti.” Yo me reía y continuaba con el papel. Era verdad, aquel maduro estaba excitado todo el rato. Cuando mi chico se bañaba yo abría las piernas para mostrarle mi coño. Incluso de vez en cuando me atrevía a pasarme un dedo suavemente. Notaba como ese hombre se excitaba y disimuladamente se masturbaba. Mi coño era un manantial recordando aquel día de lujuria y perversión. Recordaba el contacto de su lengua en mis muslos, en mis pies, en mi coño. Recordaba su saliva en la cara interior de mis muslos. Cómo me inundó de leche el vello de mi coño y como lo atrapa en su capullo para metérmelo dentro. Cómo el restante lo atrapaba en sus dedos para introducirlo en mi boca. El ruido de mis fluidos cuando me penetraba con su mano. Se relamía las manos. El grosor de su pene en la entrada de mi coño. El movimiento lento y pausado mientras me follaba. El sabor de su pene en mi boca, la textura suave, muy suave de su piel en mi lengua. Todo eso hacía que lubricara como una fuente. Yo misma notaba el olor a sexo de mi vagina y tenía que bañarme porque Carlos también lo conocía. Esto que cuento pasaba en diferentes días. Un día fue muy morboso. En un baño de Carlos, mi amante maduro me enseñó su mano impregnada de esperma y yo no pude evitar relamerme. El caso es que al día siguiente, en un momento parecido, Francisco se levantó. A mí se me aceleró el corazón por si mi marido se daba cuenta y pasaba algo. El caso es que a una distancia cercana, Francisco depositó un vaso de ...