El tormento de Zorya
Fecha: 01/04/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... cuchillo a todos los niños de la aldea. -Lo siento, pequeña -susurró con lágrimas en los ojos, abortando el plan y marchándose sin ruido-. Espero que me perdones. Unas horas después, los soldados cesaron sus lujuriosos ataques en la espadachina, pero antes de que pudiera reaccionar le ataron las manos a la espalda y la metieron en una jaula de bambú tan pequeña que se tuvo que arrodillar, encerrada. Incapaz de levantarse, intentó forcejear para salir, provocando que sus tetas se meneáran violentamente bajo ella. Entre risas, los soldados empezaron a pincharselas con palos durante un tiempo, hasta que se marcharon a dormir y la dejaron vigilada por seis guardias. Cuando Calrra comenzó a ser iluminada por las primeras luces del alba, los captores de Zorya le lanzaron un cubo de agua para despertarla de su sueño parcial. -¡Hora de despertar, perra! -gritó uno de los guardias mientras la sacaban de su encierro sólo para llevarla, atada y desnuda, a la plaza central del pueblo dónde se había ordenado reunirse a todos los aldeanos. Demasiado débil para seguir peleando, Zorya casi no se resistió cuando le pusieron las manos delante y las volvieron a atar, llevándola ante la multitud cogida de las ataduras de sus muñecas. -¡Os he hecho venir esta mañana para que contempléis lo que ocurre con aquellos que osan desafiarme! -bramó Lord Villard a la multitud reunida. Tras él, Zorya había sido atada a una de las ramas del árbol del centro de la plaza y se balanceaba semiinconsciente. ...
... ¡Esta puta! -gritó el tirano- ¡Ha desafiado mi gobierno y matado a seis de mis hombres!¡Y por eso será condenada A MUERTE! -un murmullo asustado salió de la multitud- Pero antes... ¡Será torturada publicamente cómo aviso para quién se atreva a desafiarme! Lord Villard se alejó e hizo un gesto afirmativo a dos de sus hombres que dieron un paso al frente, cada uno armado con un látigo de nueve colas. El primer hombre lanzó su látigo, que alcanzó a Zorya en el culo. Gritando de dolor, intentó revolverse sin éxito, y otro latigazo fue a dar a sus hombros. Entonces el segundo verdugo entró en acción y alcanzó a Zorya en sus bamboleantes tetas, para a continuación lanzaar de nuevo el látigo, esta vez contra su entrepierna. Una y otra vez sus torturadores lanzaron los látigos contra Zorya, buscando todas las zonas posibles de su cuerpo que castigar. Después de lo que pareció una eternidad, Lord Villard ordenó a sus hombres que parasen con un gesto mientras se dirigía a la prisionera, cogiéndole las tetas y acariciándolas. -Y ahora ¿Me pedirás piedad, espadachina? -exigió, pero Zorya unicamente volvió la cabeza hacia otro lado- ¡SUPLICA, GUARRA! -gritó, mientras la agarraba del vello púbico y tiraba cruelmente hacia arriba. Tras unos breves momentos, ordenó que la soltaran y que le volvieran a atar las manos a la espalda. Una vez que hicieron esto, cogieron dos cuerdas y las empezaron a enrollar alrededor de sus tetas, despuésamarraron los extremos a una única cuerda y empezaron a tirar ...