1. El báculo y la mitra


    Fecha: 07/04/2019, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    EL BÁCULO Y LA MITRA El lubricado pene, enorme como una morcilla embutida en una depilada, brillante y rosada piel, se deslizaba rítmicamente entre las dos montañas de silicona que constituían las esféricas tetas de la oxigenada rubia, quien aguardaba con los colagenados labios entreabiertos el glande que retador embestía desde el sudoroso valle. La susodicha elevó el sonriente rostro y lanzó una presuntamente lasciva mirada a la cara del hombre, que quedaba fuera de plano, cuando éste liberó el miembro de su sintético apresamiento para masturbarse hasta eyacular sobre la faz de su partenaire… Tumbado de espaldas sobre la moqueta Benigno apartó la mirada de la película porno que desde el televisor lanzaba los tópicos e impostados jadeos y gritos, envueltos en una repetitiva banda sonora de escaso gusto, para observar como Iliana se situaba de pie sobre él, colocando una pierna a cada lado de sus caderas. Alta, estilizada y voluptuosa a un tiempo, el hombre admiró sus bellos rasgos rodeados por una cascada de rizado y negro cabello, acariciando con su mirada la brillante y morena piel que contenía los hermosos senos y descendía por el plano abdomen hasta desembocar en el imberbe, cobrizo y venoso pene que colgaba entre sus poderosos muslos, delante de unos testículos arropados en el oscuro y rugoso escroto. Iliana se agachó, hasta quedar de cuclillas sobre el velludo pubis de Benigno, coronado por un erguido y palpitante miembro que delataba la excitación que embargaba a su ...
    ... dueño. Con su mano de largos dedos adornados por unas cuidadas uñas color burdeos agarró con delicadeza pero experimentada decisión el miembro del hombre, cual agricultor recolectando el bulboso fruto de su carnal cosecha, untándolo con parsimonioso deleite de un aceitoso lubricante, hasta dotar al venoso mástil del brillo de un parafinado cirio en proceso de fusión. Finalizada la excitante preparación, con delicadeza Iliana situó el falo entre sus glúteos, hasta rozar con el dilatado glande el carnal aro de su lubricado esfínter. Un anhelante gemido escapó de la salivada boca de Benigno cuando ella comenzó a descender sus caderas, permitiendo al henchido pene penetrar en su interior, hasta quedar virtualmente sentada sobre los testículos del hombre. Culminada con éxito la lubrificada infiltración Iliana inició un lento y acompasado movimiento de ascenso y descenso sincronizado con ligeros balanceos circulares, masajeando con su empapado esfínter toda la longitud del constreñido fuste, desde su base hasta la raíz del frenillo, al tiempo que sus propios testículos golpeaban con suavidad el mullido pubis de su sofocado amante. -¡Oh, sí! –Recurrió excitado él al tópico- Lo haces muy bien. Sigue así, no pares. -A lo que ella respondió con un socorrido, susurrante, poco sincero pero siempre eficaz "tu también, papito, me haces gozar". Antonio se aproximó entonces a la pareja, situándose a la espalda de Iliana, desnudo y con el vaso de Whisky con hielo en la mano. Desde su posición ...
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