1. Mi tía Virginia


    Fecha: 09/04/2019, Categorías: Incesto Autor: kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... Magreo, lamidas de pezones y mamadas. Si mamas bien las tetas y lames bien la pepitilla la tendrás entregada. (Me hizo un dibujo con un palo en la tierra del camino del coño con sus partes y del agujero de la gloria) Follar bien ya lleva más tiempo". Metí mi cabeza entre las piernas de mi tía y mi lengua dentro de su vagina. Estaba mojada. Con la lengua llena de su jugo fui a por la pepitilla (clítoris) y comencé a lamer. Mi tía, tirándome de los pelos me dijo: -¡Quieto, diablo! Lamí, lamí, lamí y lamí, cada vez más aprisa... A los pocos segundos, mí tía dejó de tirarme de los pelos, flexionó las rodillas, abrió más las piernas, y del tirón de pelos pasó a acariciarme la cabeza. Me di cuenta de que ya la tenía. Mi tío hacía un año que se marchara para Alemania y creo que eso me había ayudado. Me arriesgué. Subí hasta las tetas. Vi que las areolas que antes estaban planas habían hinchado. Las lamí y las chupé. Lamí y chupé los pezones mientras magreaba las tetas. Las manos de mi tía seguían acariciando mi cabeza. Nos besamos con lengua. Quise meter la polla en su coño y me dijo: -Ahí no que puedo quedar preñada. Se dio la vuelta. Se puso a cuatro. Me arrodillé detrás de ella. Pasó la polla por el coño para humedecerla y después la puso en la entrada de su ano. La enculé y al rato le llené el culo de leche. Cuando acabé dé correrme, la saqué, mi tía se dio la vuelta, y me dijo: -Vuelve a bajar. Metí mi cabeza entre sus piernas. Encontré el coño chorreando. -Lame el coño y ...
    ... después hazme lo que estabas haciendo. Le lamí el coño y se lo follé con la lengua. Después fui a por el clítoris, que le pasara como a las areolas, estaba más grande, y tenía la cabeza fuera. Lamí de abajo arriba cada vez más aprisa. Mi tía movía la pelvis y gemía. Al final, temblando, dijo: -¡¡¡Jesús, Jesús, Jesús, que corrida voy a echar!!! No sé a qué Jesús se refería, si a mi tío Jesús o al otro, pero la corrida fue inmensa. Su coño, abriéndose y cerrándose, echó jugo para llenar un vaso, aunque lo que llenó de jugo fue mi cara, mi boca y la cama. Cuando acabó de sacudirse y de gemir, me preguntó: -¿Quién te aprendió a comer un coño? Volví a mentir. -Una mujer casada. -¿Quién? -Ese secreto lo llevaré a la tumba. -Me gusta como hablas. ¿Te enseñó a masturbarla? -No. -¿Quieres aprender a masturbar a una mujer? -Sí. -Bésame. Nos besamos, bueno, me besaba, ya que su boca de labios gruesos y su lengua, eran grandes, y mi boca y mi lengua eran pequeñas y mis labios finos. Se podría decir que me estaba comiendo. Comenzó a darme la lección. -Mete tres dedos hasta el fondo de mi coño. Le metí los tres dedos. Entraron como si tuviera el coño untado con mantequilla. -A retraer los dedos haz como si estuvieras haciendo, ven aquí, ven aquí, (Me mostró como se hacía con tres de sus dedos) y aprieta hacia arriba. Hice lo que me había dicho. -Come mis tetas y bésame cuando te apetezca. Me harté de comerle las tetas y de besarla. Unos minutos más tarde... -Baja, lame mi jugo y dámelo a ...