1. La reeducación de Atrana (27)


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... azote y azote sean de distinta duración. ¿Me van entendiendo? Ambas asintieron con la cabeza y Amalia continuó: -De esa manera la pendeja no sabrá cuándo le caerá el siguiente azote y ese suspenso hará que sufra más. Ustedes decidan cuál de las dos golpea primero en cada azote. -Vos, Milena. –se adelantó Marisa. -Está bien… -aceptó la joven y el castigo comenzó. Milena hizo silbar dos veces la vara en el aire antes de hacerla restallar sobre las tiernas e indefensas nalgas y Lucía gritó de dolor, un dolor agudo al que le siguió otra clase de dolor, profundo y grave causado por el paletazo de Marisa. Ambas miraron después a Amalia, que mantenía su brazo alzado mientras Lucía sollozaba. Así siguieron las tres durante largo rato, con el Ama marcando y regulando las pausas. Lucía gemía, jadeaba y gritaba según la fuerza del azote mientras sus torturadoras respiraban por la boca agitadamente, ganadas por una creciente excitación. Las nalgas y los muslos de la adolescente mostraban ya moretones por los paletazos de Marisa y surcos rojizos provocados por la vara. -No me peguen más… Por favor… -imploró Lucía ya incapaz de resistir el dolor. Milena y Marisa miraron al Ama a la espera de una decisión. Amalia meditó durante un momento y finalmente dijo: -Suéltenla. Al liberar a la chica ambas asistentes aprovecharon para manosearla un poco, ganadas por la excitación. -Arrodíllenla ante mí. –ordenó Amalia y cuando tuvo a la chica en esa posición, ya sin el antifaz ciego, y sujeta por ...
    ... las asistentes, le dijo: -Se acabó, pendeja, desaparecé, no quiero verte más, cometiste un error muy grave al excederte con Areana, al exceder mis órdenes. Ante tamaña sentencia Lucía se desesperó y abrazada a las piernas del Ama, con el rostro hundido entre los muslos, rogó entre sollozos: -No, señora, no, por favor…No me eche… Yo ya no puedo vivir sin esto… sin usted… -imploró la adolescente quebrada en sollozos mientras Milena y Marisa se tocaban la entrepierna y las tetas, excitadísimas. Amalia sintió de pronto algo muy fuerte al tiempo que la chica, mirándola con expresión dolida le decía: -Hágame lo que quiera, señora Amalia, despelléjeme a varillazos, pero por favor no me eche… ¡me mata si me echa, señora!... –y volvió a hundir su rostro entre lo alto de esos muslos gruesos, firmes y bien torneados mientras el llanto la estremecía entera. Amalia, muy excitada, sentía crecer en su interior una fuerza perversa y avasalladora, una fuerza demoníaca y entonces se dirigió a sus asistentes mientras apretaba entre sus muslos la cabeza de Lucía: -¿Qué opinan? -Aproveche, señora… -dijo rápidamente Milena y Marisa completó la idea: -Sí, señora Amalia, aproveche… Está entregadísima la perrita… -y ambas continuaron tocándose ya muy mojadas. Amalia intuía que estaba pensando en lo mismo que sus asistentes, pero por un acaso extraño prurito quiso que fueran ellas quienes expresaran la idea: -¿Cómo proponen que aproveche? ¿tienen alguna propuesta? –preguntó en tanto se excitaba cada vez ...
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