Nuestra perrita
Fecha: 18/04/2019,
Categorías:
Lesbianas
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... a pis que me martirizaba. Pero todavía no me atrevía a probar su vagina peludita y de labios pequeños. Le pedí a Raquel que se quede un ratito con ella, que yo iría de un pique a la farmacia de en frente y volvía. Ella se quedó tan enrarecida como yo. Pero mi fantasía necesitaba consumarse en aquel morbo oculto por años. En la farmacia compré pañales para adultos, dos chupetes rosados, una mamadera, perfume de bebé y un babero. Al regresar a la pieza, vi que Raquel estaba con las tetas al aire, y Cecilia permanecía parada contra el ropero. Yo misma vestí a la pibita como a toda una beba, la perfumé y le hice dos colitas en el pelo, y la acosté bajo las sábanas. Le pedí a Raquel que prepare chocolatada caliente y que la sirva en la mamadera que traje. Ella lo hizo tan extrañada como excitada, cosa que se vislumbraba con fidelidad en su rostro. Para cuando llegó con la leche, yo ya estaba en calzones, acostada a su lado y haciéndole chupar mis tetas, como toda una madre dedicada. A la pendeja le gustaba ese fetiche, porque el brillo de sus ojos se enternecía cada vez más, casi tanto como los de Raquel al ver semejante espectáculo. ¡haver, abrí la boquita Ceci, que la tía te va a dar la mema, y más vale que te la tomes toda, como en el cole… seguro que chupás muchas pijitas vos no?!, pronunció Raquel, rozándole los labios con la mamadera, cuando yo la tenía sentada sobre mí, y con mis manos acariciando sus tetas turgentes. Frotaba mi concha en su pañal, que corría el riesgo de ...
... desbordarse por la colita que tenía, y Raquel le ensuciaba las tetas al volcarle un poco de leche, con toda la intención. La muy cochina se animó a lamérselas y a comerle la boca, mientras mi mano urgaba en su pañal para verificar que no se hubiese hecho pis, como Raquel se lo pedía. ¡y una vez que te tomes la lechita hacete pis encima bebé, que tu mami te cambia el pañal! Te encanta ser nuestra perrita obediente, no chiquita?!, dijo ella pasándole un chupete por toda la cara, el que ambas lamieron juntas. Mi dedo ya entraba en su vagina hiper mojada, y una de las manos de Cecilia masajeaba mi vulva sobre mi bombacha. Hasta que no quise más de ese sádico tormento. Me puse la cola de la guacha sobre las tetas después de que Raquel le sacó el pañal, y le di todas las libertades a mi lengua para que se deleite con la textura, los olores, las humedades y contracciones de su conchita sensible. Le lamí el clítoris a placer, hice que mi saliva se confunda con sus flujos y algún que otro hilito de pis involuntario, navegué con mis dedos en el interior cálido de su vagina tan necesaria para mi ser, y dejé que Raquel le coma las lolas, y le friccione las suyas contra su cara, que la obligue a oler su pañalín y que le pida que gima más fuerte. Su cola pegada a mis tetas me llenaba de conmociones, y cuando al fin acabó en mi boca sentí que mis fantasías abrían nuevos umbrales para probar el pecado de diferentes formas. Si lo prefieren les contaré más de esa empleadita sumisa y sucia. Pero ...