Regalado a todas
Fecha: 22/04/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: axel, Fuente: CuentoRelatos
Mi calentura sexual no podía ser más gorda de lo que era aquella noche. Ya durante el día unas amigas del barrio habían estado calentándome a más no poder, y al llegar la noche y salir hacia una fiesta de carnaval, me encuentro por fin en una multitudinaria y colorida festividad donde miles y miles de personas disfrutaban aquella alegría. Las muchachas, andaban como en tropel a cuál de todas más hermosas y vestidas de las maneras más excitantes. Yo, solito y mirando todo, iba quedando como un hierro al rojo vivo poseído en una de esas calenturas como de bestia. Entonces, ubicado yo ahí en un lugar entre unos árboles en una plaza donde parte de la fiesta se daba, me pongo a contemplar a un numeroso grupo de hermosísimas muchachas que juntas, charlaban y reían. Varias de ellas eran exageradamente exuberantes en sus cuerpazos inmensos y de piernotas gruesísimas, y aquél mi estado de calentura bestial, un deseo loco me invadió por entero: SER ESCLAVO DE ELLAS. Aquello, tan absurdo como ridículo, estaba tan desesperadamente enquistado en mi mente, que decidido... llamo a una de aquellas muchachas, la cual viene acudiendo a mi llamado para escuchar qué quería yo decirle, y así le digo: -"Por favor... estoy ardiendo en una calentura demasiado atroz, y es mi deseo entregarme a todas ustedes como esclavo si así lo desearan, y dejarme hacer todo lo que quieran hacerme, con la única condición de que respeten mi vida y no me lastimen... pero deseo locamente que hagan lo que quieran ...
... conmigo. Decíle a tus amigas esto que te estoy diciendo, y que si todas están de acuerdo en agarrarme y llevarme por ahí para hacerme cosas, acepto." Le dije. La muchacha, escuchándome atenta y mirándome perpleja mientras yo le iba diciendo lo que le decía, iba dibujando en su cara una risita silenciosa mirándome, y al terminar yo de hablar... me quedó mirando en silencio unos segundos, y su risita silenciosa se transformó en una sonora risa, y sin decirme palabra, salió corriendo hacia donde estaban sus amigas a las que reunió para contarles lo que había de mí escuchado. En un apretado racimo se juntaron atentas para escucharla, mientras yo, ahí detrás de los árboles y medio escondido, las observaba. Los primeros gritos, risas y exclamaciones, no demoraron en surgir en el transcurso de la plática que la muchacha les iba narrando sobre lo que yo le había dicho. Ahí mismo y terminada la comunicación que la chica les dio, varias irrumpieron en las más sonoras carcajadas, mientras otras miraban hacia donde yo estaba y reían mirándome. Unas y otras se hacían comentarios y reían, y rápidamente comenzaron a organizarse para decidir al respecto. Las risas y carcajadas eran constantes, y algunas soltaban verdaderas carcajadas estridentes que aún más me encendían. Y astutas y muy inteligentes, algunas alzaban los brazos danzando graciosamente para encenderme todavía más. Y... me llamaron. Fui envuelto en una nerviosidad caliente, y al llegar hasta ellas, las veía reír mirándome todas ahí ...