Historia del chip 019 - De tiendas - Daphne 007
Fecha: 26/04/2019,
Categorías:
Grandes Relatos,
Lesbianas
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... pechos, tironeó y pellizcó los pezones, jugó con las orejas y los labios e introdujo un dedo en la vagina estrecha y profunda. Daphne sentía las contracciones justo antes de un orgasmo... y ahí se acababa su estímulo. El chip le impedía el paso de señales más allá de ese punto. Era un suplicio y a Jennifer le gustaba tenerla en ese punto, terminando Daphne muy cansada y con el cuerpo dolorido, aunque lo necesitaba: su cóctel químico le empujaba a pedirlo. A suplicarlo. Tenía una adicción. Acabaron abrazadas y jugando con los pezones de la otra. Los de Jennifer aparecían hinchados pero saciados. Los de Daphne explosivos y hambrientos, en un estado preorgásmico. Las dos sabían que podían pasarse mucho tiempo ahí. La tele estaba oscura. —Ya han acabado con el proceso. Podemos irnos. Daphne fue hacia el interior de las piernas de Jennifer que le impidió continuar. —Hoy no hace falta, cariño. No vamos a dormir— le explicó Jennifer. Habitualmente, Daphne secaba a su amante. Esto ayudaba a calmarse y a reposar, pues segregaba unas sustancias que ayudaban a contrarrestar la cafeína y el cóctel químico. Jennifer entendió la turbación de H4. —Tranquila. Te daré otro repaso para tranquilizarte— y procedió a amasarle el culo, acariciar los muslos y contornear las pantorrillas. Volvió a los pechos, sin olvidar la cintura, y acabó con la cara y el pelo. Habían descubierto que un repaso completo apaciguaba ligeramente la pasión de Daphne, que hubiera preferido continuar así un buen rato. ...
... Pero dependía completamente de la buena o mala voluntad de su ama. Después de un suave masaje en los pies, salieron de la habitación. La aprehensión de Daphne había aumentado. Su cuerpo mostraba señales de haber sido usado y lo que era peor, en pleno estallido sexual apenas disimulado: los labios vaginales dilatados, la gruta húmeda, los pezones erguidos, los pechos hinchados. Sentía los labios húmedos y rojos de los besos de Jennifer. El contraste con Jennifer era revelador. A1 se sentía fresca y renovada. Primorosa en su vestido y sus tacones. Daphne estaba acostumbrada a esta situación, sólo que era en la intimidad del dormitorio de Jennifer. Atravesaron la enorme estancia. Bernabé parecía estar terminando de comprobar algo. Daphne vio unos zapatos en el aparador de cristal. Sabía que eran para ella. Jennifer se lo confirmó. —Ahí están. Te van a encantar. ¿Ya los has programado, Bernabé? — preguntó Jennifer. —Naturalmente, Jennifer. Procedió a sacarlos del aparador y se los entregó a Daphne. Metálicos, rojos. La altura ya la conocía. Eran unos H de catorce centímetros. Lo malo era que no entendía como ponérselos. Bernabé salió de detrás del mostrador. —¿Puedo? — mientras señalaba los pies de Daphne. La hipocresía, afincada del todo en H4, pudo más que su humillación. Bajo ningún concepto quería que la tocase ese hombre y menos en el estado que estaba de celo profundo y salvaje. Sin contar con las inequívocas señales que su cuerpo enviaba. Bernabé se agachó con los zapatos. ...