Invocando a un demonio
Fecha: 29/04/2019,
Categorías:
BDSM
Autor: huelepie, Fuente: SexoSinTabues
... descalzos y de repente sintió un dolor en sus plantas como si le hubieran dado un latigazo. El dolor era insoportable pero ese dolor le daba placer, con cada latigazo su espalda se arqueaba y su pene palpitaba. Sentía las plantas de los pies ardiendo como si caminara sobre brasas, y ese calor se expandía por todo su cuerpo en oleadas dándole un gran placer. Cuando parecía que estaba al límite del dolor y del placer todo cesó. Solo se escuchaba su respiración agitada, el corazón latía muy fuerte. Notó un cosquilleo debajo de él y una sensación de ingravidez, estaba flotando. Empezó a sentir un calor en la garganta que cada vez era más molesto, le costaba respirar. Un dolor agudo recorrió su espalda, era como si ahora le dieran latigazos en la espalda. Cada pocos segundo sentía un dolor en algún lugar de su cuerpo, pecho, piernas, cuello, cara, nalgas y la sensación de ahogo fue a más. Era como si le hubieran tapado la boca y no pudiese respirar. Los golpes eran cada vez más fuertes y el no poder casi respirar parecía que amplificaba todo el dolor, que se convertía en placer casi enseguida. Se encontraba en un estado de trance por el placer que todos los golpes le estaban provocando. Cayó sobre la cama abrúptamente respirando libre al fín. Abrió lo ojos y el demonio le miraba fijamente. -PODEMOS PARAR AHORA O SEGUIR TÚ DECIDES. -Su voz sonaba calmada como si no hubiera hecho ...
... ningún esfuerzo. Carlos trataba de recuperarse de todo lo que había pasado. Sentía fuego en todas las partes de su cuerpo y una pasión irrefenable le hacía temblar. Se levantó y se puso frente al demonio. -Quiero morir de placer, te daré lo que sea, mi alma, todo. -Se puso de rodillas frente a él y empezó a besarle los pies movido por un sentimiento de sumisión absoluta. -ASÍ SEA. El demonio agarró a Carlos por el cuello y lo volteó, sujetándolo por las muñecas. Carlos sintío fuego y dolor en su culo, el demonio le estaba sodomizando y él gemía cada vez más fuerte. Otra vez la sensación de ingravidez. Notaba oleadas de placer y de pronto comenzó a sentir otra vez el ahogo que le impedía respirar. Sentía los golpes por todo el cuerpo como si le dieran con diez cinturones a la vez. También en los pezones y en las plantas de los pies sentía las brasas inflingiéndole un dolor insoportable. Aullaba y temblaba de placer, cada penetración era como una explosión de energía. La saliva chorreaba de la boca de Carlos y caía al suelo junto con el líquido que salía de su pene. Una última estocada profunda hizo estallar a Carlos que gritó sin emitir ningún sonido. Sintió un placer superior, cada célula de su cuerpo vibraba mientras eyaculaba a chorros. Era como desvanecerse. Un rayo de sol iluminó la habitación. Todas la velas estaban apagadas y no había nadie allí, tan solo un leve olor a azufre.