1. Guillermo y su enorme verga


    Fecha: 30/04/2019, Categorías: Hetero Autor: RobertaCm, Fuente: CuentoRelatos

    En una conocida red social lo conocí. Su nombre es Guillermo, un muchacho de unos 25 años, adinerado y de apetito sexual insaciable. Aquella noche de domingo estaba en mi departamento, paseándome en un top color rosa liso de licra, y una fina tanga de hilo en colores púrpura y negro; traía unas inmensas ganas de sentir una enorme verga en mi interior. Entonces quedamos en vernos después de una pequeña plática e intercambio de algunas fotos íntimas. Me puse un pantalón negro en el cual el marcase la pedrería que mi tanga tenía en la parte trasera, me puse un bra de encaje en color púrpura y me puse un suéter delgado. Desde que subimos al auto, Guillermo me puso la mano en la pierna, me dijo al oído que me iba a dar la cogida de mi vida y qué no me iba a arrepentir de haber salido con él, se le notaba ya un enorme bulto en el jeans y en sus ojos se leían las ganas de tener sexo de manera desenfrenada. Nos metimos a un motel de paso pequeño, sencillo. Apenas bajando del auto pegó su pelvis con la mía y me permitió sentir el gigantesco pene que se escondía debajo del pantalón, nos dimos un enorme beso y me subió cargando hasta la habitación. Me quito el suéter, y el pantalón, y ya semi desnuda me puso en cuatro sobre la cama, hizo a un lado mi pequeña tanga, ya empapada y me dijo “Qué hermoso culo tienes, chiquita”, comenzó a tocarme el clítoris y como buena puta empecé a quejarme, sus dedos eran mágicos, me tocaban justo donde yo quería y justo en el punto que me hacía ...
    ... retorcerme de placer. No pude más y terminé empapando parte de la cama y su mano. Era su turno, así que me hinqué y comencé a mamar desde los huevos hasta la punta, una y otra vez, Guillermo se retorcía y su respiración cada vez se era más agitada. Me tomo del cabello y me llevó lentamente hacia el tocador, y quedamos ahí, frente al espejo, el detrás de mí, metiendo nuevamente sus dedos en mi vagina húmeda, y ya de paso en mi ano dilatado, yo gemía más y más, ansiaba que me metiera esa enorme verga entre las piernas. Y entonces sucedió. Sentí un fuerte empujón que me hizo gritar de placer, Guillermo me tomo de la cintura y comenzó a moverse de una manera genial, me encantaba el sonido que producían mis nalgas al chocar con sus huevos, yo gemía más y más fuerte, me jalaba el cabello y me daba tremendas nalgadas. En mis veintitrés años de vida he estado con cuántos hombres que querido, pues pienso que no hay nada más placentero que el sexo, pero Guillermo fue una de mis mejores experiencias. Aun siendo solo dos años mayor me hizo sentir lo que ni Rodrigo, diez años mayor me había hecho sentir. Nos dirigimos a la cama y me coloqué boca arriba, abrí mis piernas y sentí su lengua recorrer mi húmeda y depilada vagina, mientras tocaba mis pezones yo me retorcía de placer, incluso creí que los de la habitación contigua podían escuchar lo bien que la estábamos pasado, “qué rica sabes, princesa” me dijo, al tiempo que me besó en los labios puso mis largas y torneadas piernas sobre sus hombros y ...
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