Historia del chip 021 - Un jefe, dos ojos - Kim 009
Fecha: 02/05/2019,
Categorías:
Grandes Relatos,
Lesbianas
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... cuanto trató de desdoblar el pie. Tiras cortantes molestaron su suela, siempre sensible. —Son las mismas hebras que mi vestido y hacia dentro. Por eso sientes esa presión. Trata de mantener el pie ayudando a alargar la pierna... y un poco más. Quedaba ajustado como un guante y por precaución tenía una goma. Mary la estrechó por medio una pequeña hebilla que solo se saldría si alguien con las manos la desplegaba. Era condenadamente sexy. Con la experiencia previa, poner el segundo mocasín fue coser y cantar. Al menos, para Mary. Kim, sobreexcitada, sólo quería parar cuando Mary sólo estaba empezando. —Ven, comprobemos que bien te sientas tus zapatos de cama—. le dijo sin más ánimo que la curiosidad. Kim empezó a girar y paró en seco. Si no mantenía la tensión en el pie, si no lo dejaba bien estirado, notaba la presión y el dolor reaparecía en la planta. Con delicadeza y lentitud repitió el movimiento. Se apoyó en la cabecera de la cama y cerró las piernas juntando los pies para dar más realce a toda la piel desde la cadera a la punta del dedo gordo. Todo condujo a una clara pulsación en su clítoris. Mary empezó a acariciar los muslos y Kim correspondió. El vestido de su hermana era tan condenadamente sexy como los propios zapatos. No sólo porque le quedaba ajustado como un guante, también incitaba a que le acariciasen allá donde aparecía expuesto un trozo del cuerpo. Mary no había cerrado las piernas así que Kim trató de acariciar el interior de los muslos. Las yemas de sus ...
... dedos sentían la piel desnuda que había detrás y por otra parte la sensación de presión anulaba cualquier posibilidad de disfrutar. De sentir que realmente acariciaba los muslos sedosos detrás del vestido. —Prueba a acariciarte la planta del pie. Justo en el medio. Kim se inclinó con lentitud. Estaba muy flexible, los ejercicios daban sus frutos y tenía las piernas muy estiradas. Terminó por llevar los pies hacía sí doblando las rodillas. Dejó los talones apoyados y se acarició el pie derecho. —Justo la hebra que en zigzag que está en el centro del pie— indicó Mary. Mientras que sus dedos notaban la presión molesta sin llegar a ser desagradable, sintió la caricia en piel del pie. Una caricia sutil, ligera y estimulante. Sensual pero imposible de ir más allá. Probó varias veces más, a un lado, al otro. Era agradable. —Ese es el único lugar en el mocasín dónde no está al revés. Así puedes saber cómo sentiré yo las caricias. En mi vestido el espaciado es variable. Así que sin tu apreciarlo me estarás excitando, pero tus dedos perderán la sensibilidad, incapaces de reconocer a través del tacto— explicó Mary como una niña con zapatos nuevos. Más exactamente con traje nuevo. Una vez terminada la demostración no quedaba más remedio que volver al inicio. Pies alargados, piernas infinitas, muslos ofrecidos parcialmente. Llevó su mano al interior de las piernas de Mary, agradeciendo, a pesar de las dificultades, tener la oportunidad de poder acariciarla. Hacía mucho tiempo que soñaba con ...