Cómo me cogí a tu madre
Fecha: 08/05/2019,
Categorías:
Primera Vez
Confesiones
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... un niño. Como si ella me estuviese usando sólo para divertirse un rato, pero me dejé hacer. Su lengua se introdujo en mi boca como una total invasora. Sentí como aquella húmeda y carnosa lengua exploraba mi interior, recorriendo mis muelas y dientes. Fue algo único, maravilloso, una experiencia totalmente nueva para mí. Sentí como si fuera a comerme, a tragarme de un bocado. Fundimos nuestras lenguas entre sí, bebiéndonos mutuamente nuestras salivas, respirando nuestros alientos. Cuando nos despegamos de ese húmedo beso y nos miramos, nos sonreímos el uno al otro, yo ya no era el mismo. Por primera vez en mi vida me sentí hombre de verdad. Ella misma llevó mis brazos a rodear su cuerpo y yo me afiancé inmediatamente a ella. Luego, nada tonto, la agarré de sus turgentes nalgas (no iba a desperdiciar ese momento). —¡Míralo! —me dijo en tono guasón. Al sentir tales gajos de carne creí que eran demasiado para mí, eran enormes. Pese a que mis manos se sentían muy bien al estar aferradas de sus frondosas nalgas, no dejaron pasar el momento de recorrer sus caderas y sus muslos en caricias torpes pero ansiosas. Di francos apretones a tan deliciosas carnes. Mi miembro se había puesto duro y lo más grande que podía. Sentí como rosaba con sus rollizos muslos y me restregué contra ellos. Poco después nos dejamos caer en el sillón, en donde continuamos con nuestro faje cachondo. Cuando ella quedó arriba, sentí las puntas de sus pezones marrones y especialmente el gran volumen de sus ...
... tetas, tetas duras y firmes (pese a tu lactancia). Tetas que prometían placer. Avanzó su mano izquierda y sus finos dedos recorrieron de forma rápida mi piel, acariciándola con las tibias yemas, explorando mi cuello, mi espalda y mi bajo vientre. Por mi complexión de aquella época debí parecerle un mero juguete, un guiñapo, pero ya habría oportunidad de mejorar en ello. De pronto, agarró mi sorprendida verga, la estrujó frenéticamente, masajeándola de arriba a abajo, varias veces. A la vez, sentía que los dedos de su otra mano acariciaban mi rostro y orejas, introduciéndose en mis oídos. Poco después, sentí que el mundo desaparecía cuando ella, con sus labios voraces, cazó mi palpitante verga y tuve la sensación más bonita hasta ese momento. La sensación de perderme en el infinito. Su boquita traviesa sorbió varias veces mi virilidad. Recorría con ímpetu toda la longitud de mi miembro devorándolo con hambriento placer. Recuerdo que hasta me lastimé el cuello al mantener levantada mucho tiempo mi cabeza, tratando de no perder detalle alguno de cómo era que ella me lo mamaba tan rico. Sentí que iba explotar y... ¡Tómala...! Ella me sorprendió nuevamente al tragarse mi esperma. Fue algo mágico. Una comunión especial entre ambos. Y es que, aún en esos días, ya me daba cuenta y era plenamente consciente de que aquellos espermas, eran algo vivo que minutos antes habitaban en mis testículos, y ahora vivían en ella, aunque fuese por breves segundos. Ella se hizo lugar junto a mí y se ...