El chico de las galletas
Fecha: 17/05/2019,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... en la sala de nuestra propia casa. Su lengua recorría la base muy negra de su miembro para seguir por todo el tronco interminable hasta tragarse el gigantesco glande. El muchacho disfrutaba extasiado con los jugueteos bucales de mi madre, sosteniendo su cabello negro y haciéndole una colita graciosa. Agachándose un poco, el negro levantó a mi madre y la acostó sobre el sofá abriendo sus piernas con suma facilidad, pues ella se entregaba dócil a sus requerimientos. El muchacho no pidió permiso y procedió a comerle la concha, su lengua pasaba por cada pliegue mientras su dedo trabajaba el clítoris respingón y rosado, mi madre gozaba como loca y sus gemidos inundaban la sala. - Come negro, cómeme bien la chucha.- susurró mi madre agarrándole la cabeza. El chico la miraba sin detener su labor bucal por un tiempo que me pareció eterno hasta que movió su cuerpo permitiendo que mi madre se atragantara con su vergota. Así, como de medio lado estaban en un 69 extraño y más extraño fue el pedido que le hizo de sujetarse bien cosa que mi madre obedeció sin preguntar. Con la facilidad de la diferencia de pesos, favorable al muchacho, cargó a mi madre dejándola boca abajo pero con el 69 aún intacto. Y al parecer la sorpresa no fue tan sólo mía pues mi madre comía con un gusto que rayaba con lo enfermo, parecía que se moriría al soltar ese fierro que le rellenaba la garganta. Después de unos minutos insufribles para mi corazón de hijo, el negro liberó a mi madre de su yugo y la depositó ...
... sobre el sofá. - Te pasaste Mauricio.- dijo mi madre mientras le jalaba la verga erecta. Algo así nunca lo hice con mi esposo. - Jajaja, esos son trucos que no se pueden enseñar a los perros viejos.- respondió riendo el chico. - Jajaja, que gracioso eres muchacho.- dijo muerta de risa ante la obvia ofensa a mi cornudo padre. A estas alturas sabía que esto no acabaría aquí pues de los ojos de mi madre se reflejaba un deseo insospechado y nunca antes visto por mí. Mi madre no dejaría ir al negro sin antes cogérselo. Sentados en el sofá se fueron acariciando lúdicamente y mientras se besaban el negro le frotaba la vagina a mi madre. No tardó en abrir las piernas dándole permiso para decirle que deseaba sentir su virilidad. El muchacho ensalivó su glande y echó un poco en la entrada vaginal de su próxima víctima, o sea mi madre, y dirigió su verga hasta rozar su clítoris. Mi madre temblaba como desesperada por las nuevas sensaciones que inundaban su cuerpo. Con sapiencia de sus dimensiones descomunales, el chico fue dejando ir su glande muy despacio, permitiendo que las paredes vaginales se adaptaran adecuadamente a la cópula. Así fue entrando cuidadosamente, lento pero seguro sabiendo lo mucho que disfrutaba mi madre con esa tremenda verga en su chucha. A cada avance mi madre respondía con un grito y un "sigue" que era obedecido por el chico y que me desconcertaba. Adelantando sus caderas el negro terminó de rellenar a mi madre, por lo poco que veía por el ángulo en que estaba ...