HABITACIÓN 103 –almas gemelas-
Fecha: 19/05/2019,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: teomiranda, Fuente: RelatosEróticos
... desde el interior del calzoncillo, bajándolo solo lo suficiente, su pene erecto, sudoroso, con restos de orín y semen, se coloco detrás de ella y bajándole un poco las bragas comenzó a tratar de penetrarla; con toscos movimientos de cadera empujó entre sus nalgas buscando un hueco para su deseo. Por alguna razón a ella esa mañana ya no le pareció buena idea dejarse hacer, no había dormido bien, en realidad no había dormido ni bien ni mal pendiente de la tos de su pequeño, con el sonido ronco, que casi parecía bramido, de los ronquidos de quién aún ni era su esposo, pasó toda la noche pensando si esta vida era lo que ella merecía, si a sus veintiséis años merecía cinco partos, un aborto y nada, absolutamente nada de cariño, ni una caricia, ni una sonrisa, ni una mirada cómplice, sólo eso, cinco hijos de los que incluso en ocasiones pretendió olvidar sus nombres, como para negarlos, los amaba sí, pero en su interior los creía culpables de la vida que llevaba. Tomó con la mano el pene erecto desde atrás, violentamente lo sacó de entre sus nalgas y retorciéndolo le hizo saber lo que no le apetecía en este momento y quizás ya en ninguno otro. Era de esperar la reacción violenta de aquél hombre violento de por sí; incorporándose aún con el dolor que sentía, como animal herido sacó fuerzas y comenzó a golpearla de una manera salvaje; con sus puños cerrados propinaba tantos golpes como podía en aquél frágil cuerpo de color canela, sobre sus riñones, en su estómago, bajo el pecho, en ...
... la boca del estómago, allá donde parecía no haber golpeado buscaba para golpearla, ella solo se protegía, no se defendía, sabía de antemano que con su acción se iba a provocar esa reacción, no era una sorpresa, no era la primera vez, era algo habitual desde hacía seis años, cinco partos y un aborto. Zafándose de él, salto de la cama y corrió tanto como pudo alejándose de la casa; volvería cuando ya el no estuviera en ella, volvería esta vez para coger algunas cosas, pocas y a sus hijos, porque en el tiempo que llevaba pariendo para él, solo eso había conseguido acumular, hijos. Volvió pasadas dos horas y se encontró el escenario de siempre, el de sus últimos años, cinco criaturas reclamando comida y limpieza y una casa casi vacía de muebles y enseres en la que había pasado los últimos años de su vida. En un atado que hizo con las sábanas de la única cama que en la casa había, puso ropa suficiente para ella y sus hijos y se marchó con ellos. Caminaron cerca de cuatro horas por entre la selva, bajo un calor aplastante y una humedad que en ocasiones ni respirar les permitía. En una choza amplia del interior, a las afueras de un poblado bastante más grande del que ella venía, vivía su única hermana, hija eso sí, de su padre, que no de su madre, con ella siempre tuvo una buena relación desde que se conocieron, y es que eran exactamente de la misma edad con unos pocos días de diferencia. Ella, su hermana, también tenía cinco criaturas, aunque no una por año como ella, además eran ...