Recursos humanos
Fecha: 02/11/2017,
Categorías:
Confesiones
Sexualidad,
Autor: Fernán, Fuente: CuentoRelatos
Hubo hace apenas nada un recorte de personal, salieron a flote unos problemas empresariales, e hicieron un recorte, nadie sabía quién sería despedido, por lo que todos andábamos con los nervios. Nuestro jefe nos dijo que vendría una señora de recursos humanos, y haría una evaluación del personal y de los 40 trabajadores de oficina, despediría a 15, y que sería con liquidación al 70%, no estábamos conformes claro, pero qué le hacemos, teníamos que esforzarnos al máximo. Llego el día en que tendríamos la visita de la señora, pero realmente nunca la vimos llegar, hasta que me levanté a la bodega por papeles, cuando cruzaba el pasillo vi a una mujer atractiva en un traje negro, con un saco del mismo color, unas gafas hipster, y tacones medianos, me quedé observando y vi a mi jefe dándole un recorrido por las instalaciones, así que supuse que sería ella, por lo que fui a la sala/cafetería y le lleve uno a mi jefe y llevaba uno extra. Cuando llegue y mi jefe se percató de mi presencia, se giró hacia mí, y me dijo: —Fernán, ella es la señorita Rosalba —Un gusto, le traje un café, disculpe señorita Rosalba, ¿gusta uno? Ella me miró extrañada, pero después de unos segundos me dijo "por supuesto, gracias", "oh y llámame Rosa", mi jefe me pidió que le enseñase el resto del lugar, y así lo hice, no tanto por gusto, sino para conservar mi trabajo, la lleve por la planta de sistemas, por el comedor, la sala de juntas, las oficinas (3 pisos) y por último la bodega, ella estaba atenta a lo ...
... que decía; muchos de los compañeros comentaron que era una desgraciada, que corría a las personas por gusto, pero realmente su cara angelical no encajaba con las descripciones, no podía tener más de 25, su cabellera castaña hasta el inicio de sus nalgas, su cuerpo delgado, pero bien formado, sus escote, y sus piernas torneadas, no dejaban que las falsas expectativas de ella, se pudieran confirmar; durante el recorrido solo hablo un par de veces, pero cuando llegamos a la bodega, me hablo más suelta. —Mire Fernán, es así como se llama ¿no? —Así es –dije con sonrisa de por medio–. —Yo no estoy aquí para despedir al personal, solo por gusto —me miró y agachó la cabeza– lo hago porque es lo que me piden mis superiores, sabe usted lo difícil que es ser la mamá de cuento. —No, pero lo imagino —Eso me alegra, pero ahora necesito un favor –me tomo de las manos y me miró dulcemente– necesito que me diga quiénes son los elementos más incompetentes, facilitaría mi trabajo. —No lo sé, no soy un chivato ¿sabe? —No lo sabrá nadie –me sonrió, su rostro angelical se iluminaba– por favor, me es difícil saber quién trabaja y quien no, en un solo día. Supe que podría aprovecharme de la situación, así que le dije que no podía hacerlo, pues todos eran compañeros y que si se llevaban a enterar que los delate por nada, se me armaría una bronca inmensa, y como era de esperarse ella me dijo que haría lo que fuera, con tal de que la ayudase. Así que fui directo al grano, le dije que si ella accedía a ...