1. Vaya hotel


    Fecha: 03/06/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... no que ese bolo alimenticio probablemente estaba hecho a base de unos polvitos mágicos diluidos convenientemente en agua y espesados gracias a desconocidas e inquietantes sustancias. No me importaba en absoluto la textura de tan desagradable comida(incluso ni me fijaba en los grumos aunque tuviesen el tamaño de una pelota de golf y en la boca se deshiciesen dejando un sabor rancio repugnante). ¿Cómo iba a estar pensando en la textura ?¿Qué era la textura comparada con el color ?La textura desgraciadamente no importaba en absoluto. Lo realmente importante de aquello era el color. ¿Alguien ha visto alguna vez un puré de puerros completamente negro ?Negro, del todo negro, más oscuro que el sobaco de un grillo. Impresionante. Pero(estaréis pensando que estoy loco) me lo comí. Sí, me lo comí. Me lo comí porque el restaurante más próximo estaba a doscientos kilómetros de distancia y las otras opciones para no morir de inanición eran recolectar raíces o pegar lengüetadas a las paredes en busca de sustancia. He de reconocer que esta última opción no me pareció del todo descabellada pero en seguida desistí pensando que los camareros exigirían el pago íntegro de lo que había consumido y cada pasada de mi lengua podría valer millones(más incluso si me llevaba algún tropezón, cosa que no sería difícil). El segundo plato era otra cosa. Aunque conservaba el mismo color que su predecesor, se podía intuir que escaseaba tanto en nutrientes que era casi imposible intoxicarse con aquello. ...
    ... Era una especie de bola de carne que carecía de pelos, uñas, costras, pus, sangre o vómitos. Estaba completamente normal, tan normal que me confié y lo pagué muy caro. El primer mordisco tuvo un efecto en mi igual al de una patada en plena cara. Me invadió un sabor a caca (perdón) que me hizo revolverme en mi asiento e inmediatamente después experimenté unas arcadas que pensé que iban a ser la causa de mi muerte. Rápidamente lo saqué de mi boca y bebí agua. Exigí al camarero una explicación del mal sabor de la carne y obtuve un 'no se preocupe, en seguida se lo cambio' por respuesta. Cogió el plato y en un minuto regresó con otro de vuelta. No me lo podía creer. Traía el mismo y para intentar reirse de mi inteligencia le había puesto una hoja de algo que se podría llamar lechuga(que sin duda distaba mucho de serlo. Si hubiese tenido el más ligero parecido me hubiese abalanzado sobre ello cual maruja en rebajas).¡por favor ! pero si se notaba el mordisco que yo le había pegado. Ni siquiera había tenido el detalle de cubrirlo un poco con la oscura salsa. Por no enfadarme decidí marcharme y no esperar a que solicitasen una tercera oportunidad con el postre. De hecho siempre he odiado con toda mi alma los flanes y helados de nata de color negro.Subí a mi habitación intentando convencerme que no estaba tan mal, que siempre hay algo peor y que algo tendría bueno. Y en efecto, tenía algo bueno, tenía la mejor barandilla que había visto yo en los últimos meses. No era verdad, por ...