Un pepino, mi padrastro y mi culo
Fecha: 06/09/2017,
Categorías:
Gays
Incesto
Autor: Elegos, Fuente: CuentoRelatos
Hola Me llamo Robert y he sido un cabrón toda mi vida. He tenido experiencias con algunas tías desde los 14, pero con 16 me aburrí de ellas. Desde entonces ando con tíos y me molan más. Me los follo, no hacen preguntas, disfruto al máximo y nunca los vuelvo a llamar. Tengo suerte lo reconozco tengo un cuerpo de adonis perfecto, con músculos no demasiado marcados, unos labios carnosos y perfectos, un culete respingón y una polla poderosa de 21 cm bien gorda y lechera… Ahora ando medio vestido tipo emo, aunque tampoco es que me caracterice esta facha. Es solo que le da rabia a mi madre. Cuando tenía 16 mis padres se divorciaron. Al cabrón de mi padre no lo he vuelto a ver y casi mejor. A mi madre le he hecho la vida imposible, los psicólogos dicen que le echo la culpa del divorcio y abandono de mi padre a ella. No sé, la verdad es que me mola joderle la vida a veces, es divertido. Todo cambió cuando se volvió a echar novio, yo tenía 18 años ya. Entonces empezó a pasar de mí. No estuvo mal esa época, pero la echaba de menos e intenté suicidarme un par de veces, pero nada serio solo para joder. Pero no cambió nada, en un par de años mi madre se casó y nos fuimos los tres juntos a vivir a una casita con jardín y todo al extrarradio. El cabrón de padrastro que me toco era como un grano en el culo. Atento, servicial, amable, pero estricto con las normas. No se le podía tomar el pelo, pero siempre daba segundas oportunidades. Se veía que estaba enamorado de mi madre y se preocupaba ...
... por mí. Pero era el intruso y yo solo miraba para mí. Empecé a llevarme tíos a casa y me los follaba con la puerta de la habitación abierta. Pero mi madre lo único que hizo fue comprarme condones. Los muy mamones felices de mierda pasaban de mí olímpicamente. A los pocos días tuve un accidente con el coche, porque iba súper mamado, no me pasó nada; pero eso me dejó encerrado en casa. Ninguno de los dos quería llevarme de fiesta. No tenía pasta para el taxi, solo tenía la puta paga que no me llegaba para nada; pero eso era mejor que trabajar. Así que andaba como alma en pena caliente a más no poder por la casa. Me hice pajas por todos los rincones, pero mi polla quería más. Vino algún amigo de vez en cuando, pero como era un cabrón solo venían cuando ellos querían, me descargaban y se iban. Estaba solo en el mundo y me lo había buscado yo solito. Un día entré en la cocina, abrí la nevera y vi un enorme pepino. No me calenté mucho la cabeza, me baje los calzoncillos, porque siempre ando en calzoncillos por casa y empecé a pajearme. Poco a poco, me fui introduciendo dedos en mi ano para dilatarlo, pues el pepino tenía un buen calibre. Me senté sobre la encimera, recosté hacía atrás y empecé a introducir aquella enorme hortaliza. Me imaginé que me estaba follando un extraterrestre. Pronto me puse en cuclillas sobre la encimera y aguantando el pepino con una mano lo cabalgaba a lo bruto, sin contemplaciones. Empecé a gemir a saco. Tanto disfrutaba que no me di cuenta ni de qué hora ...