Mi hija Sara
Fecha: 09/06/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: El buscón, Fuente: CuentoRelatos
... besos, ella me agarró el miembro, que estaba duro como una roca y comenzo a meneármelo, manchándose la mano de mi líquido preseminal. Cuando acabó el beso, ella se limpió la mano con la lengua, y me pidió: -Fóllame. Fóllame, papá, por favor. Sin necesidad de decir nada más, terminamos de desnudarnos rápidamente. Mi hija se estiró tumbada en el sofá, separando las piernas. Yo me puse sobre ella y dirigí mi polla hasta su entrada, acariciando con mi glande sus labios vaginales, y luego su clítoris, haciéndola gemir. Entonces empecé a metérsela cuidadosamente, porque si bien estaba excitadísima y empapada, era su primera vez. Le metí el glande y gimió, yo no apartaba los ojos de su rostro, por si advertía algún gesto de molestia. Seguí entrando poco a poco en ella, notando como su interior se iba abriendo a mi paso. En un momento dado, Sara hizo una mueca, y antes de darme tiempo a hacer nada dijo: -Ni se te ocurra salir. Métemela toda, papá. Me agaché para besarla y terminé de metérsela así, comiéndome su cuello a besos, pero sin moverme aún, esperando a que se acostumbrara. Mi hija tenía los ojos cerrados, respiraba agitadamente. -¿Cómo estás? -le pregunté con ternura. -En el cielo -respondió ella sin abrir los ojos. Besé de nuevo su dulcísima boca y empecé a mover mis caderas, saliendo casi del todo, y volviendo a entrar. Sara empezó a jadear y apoyó sus manos en mi espalda. -¡Ahh! -gimió-. Joder, esto es lo mejor. Sus brazos me atraían hacia ella, estaba extasiada, y yo ...
... no lo estaba menos, notando como su coño se ceñía alrededor de mi polla. Fui aumentando el ritmo poco a poco, viendo que ya lo toleraba sin problemas, y notando como enloquecía ante cada embestida. -¡Sí! ¡Dios! ¡Fóllame, papá, fóllame así! Yo obedecí de buen grado, mordí el cuello que me ofrecía arqueada como estaba. Empujaba sus caderas contra mí, instintivamente pese a su inexperiencia, haciendo más profunda la penetración. Yo estaba ciego de placer, sin notar nada más que su humedad, su calor, su estrechez. Iba a tardar poco en correrme, y se lo dije, esto solo consiguió que mi pequeña se calentara aún más. -¡Sí! Sí, sí, llena a tu hija de leche, por favor. Nuevamente, accedí de buena gana. Me dejé ir follándola todo lo rápido que podía, haciendo que a su vez ella empezara a chillar. Yo supe que no era sino por placer, porque noté como su coño empezaba a contraerse alrededor de mi polla. -¡Ahhh! -chilló ella, ya incapaz de articular palabras, comenzando a correrse. Y así, con su coño palpitando en torno a mi polla, me corrí yo también, fuera de mí, sintiendo un placer inmenso y llenándole el coño de uno, de dos, de varios chorros de semen. Me quedé exhausto, agotado, más por la intensidad del placer que por cansancio. Y ella aún más, todo su cuerpo temblaba bajo el mío como una hoja de periódico. -Oh, papá -me dijo una vez recuperó el aliento-. ¿Por qué no hemos hecho esto antes? Cuando la cogí en brazos, estaba como adormilada, pero con una expresión radiante. Hundió el ...