Una noche para tres - Relatos Eróticos

Una noche para tres

... Aparco y nos dirigimos a nuestra humilde morada. Se dirigen al sofá, mi chica enciende la radio y busca una emisora donde suene buena música para continuar la fiesta. Nuestra invitada se sienta y la observa divertida mientras la otra se contonea exageradamente al son de la música. Yo estoy entre incrédulo y excitado, esa mujer que danza me ordena que vaya a hacer esos mojitos sin perder un segundo. Una vez más parece que el show va a continuar sin mí. Me esfuerzo en hacer los combinados los más rápido que pueda para evitar que se me escape el tren, aun así las cosas hay que hacerlas bien. Preparadas las tres copas, el mío mucho menos cargado de ron, me dirijo al salón donde me quedo sorprendido de lo que veo. La fiesta ha empezado sin mí. Un bosque de manos se retuerce intentando abarcar la totalidad de esos dos hermosos cuerpos cubiertos por esas prietas prendas. Desde mi posición puedo ver como vuestras lenguas luchan en un combate sin tregua al son de la música. Dejo los dos vasos que llevo y voy a buscar el tercero. Le doy un buen sorbo al mío y me siento a tu izquierda, quedándote en medio de los tres. Parece que habéis reparado en mi existencia, me sonreís, tomáis unos tragos y os levantáis hacia la habitación. Tú la llevas a ella como el encantador guía a la Cobra. Al llegar a la puerta, os miráis y ella dice: “ Y el no viene?” Como os gusta jugar con los hombres. Me dejáis claro que al principio solo jugareis vosotras dos que si se esperar la recompensa valdrá la ...

... pena. Yo me busco un buen lugar donde sentarme en mi sillón y me dispongo a comerme las migas que me dais mientras intuyo un espectáculo como pocas veces podré gozar. Más música, esta vez de la selección que tanto nos gusta y sensualmente os vais despojando de vuestros vestidos. Mi miembro está más que despierto y con ganas de guerra, ver ese par de mujeres delante de mi despojándose sensualmente de sus galas es algo que se puede imaginar pero que nunca será comparable a vivirlo. Os quedáis en ropa interior, y os abalanzáis sobre la cama, os faltan manos para acariciaros y sobaros. Mi polla está a tope y me la acaricio sobre el pantalón, hay que ser paciente pero me está costando un mundo. La despojas de su sujetador y atrapas su pezón con tus labios ella pugna por desabrochar el tuyo. Sus cuerpos son aún más hermosos desnudos. Esas hermosas redondeces al descubierto intento hacerme una idea de por dónde empezar pero me abruma tanta belleza. A una señal tuya me lanzo a la aventura, estaba impaciente por participar. Ella desnuda sobre la cama disfrutando de cómo le devoras los pechos, y yo, como el gemelo repudiado por la madre intentando aferrarme al otro. Que delicia, que suavidad, un pecho firme con un pezón que capturo entre mis labios y recorro con mi lengua. Mis manos se deslizan por su cuerpo y echan a un lado su tanga que a esas alturas ya está empapado. Con mis manos recorro su entrepierna y entro en contacto con su sexo húmedo y palpitante. Ella da un respingo y se ...