1. Aprendiz de sumisa (2)


    Fecha: 13/06/2019, Categorías: Dominación Fantasías Eróticas Autor: GatitaY, Fuente: CuentoRelatos

    ... estaba. Le besé tímidamente los pies, pero en cuanto empecé a masturbarme, perdí la razón y me dejé llevar por mi lado de puta sumisa. Fui dejando los besos, para lamerle los zapatos, a la vez que mis jadeos escapaban de mi boca. Sus amigos no perdieron la ocasión y volvieron a jugar con mis tetitas, que ahora colgaban libres. Más que tocarlas, me sentía como una vaca a la que están ordeñando. Las apretaban y movían como si quisieran que salieran algo de ellas. Pero lo que no dejaba de chorrear era mi coño. De pronto noté otra mano acariciar mi culo. Era una mano suave y mis tetas no dejaban de ser ordeñadas. Por lo que tenía que ser la otra chica quien me tocaba. Sus dedos fueron bajando por mi mojada rajita y llegaron a tocarse con los míos. No esperó a que mi agujero estuviera libre para meter lo suyos. Empezó a masturbarme junto a mí. Haciendo que me volviera más loca. Mi lengua recorría los zapatos de la otra mujer sin sentido, en ocasiones lamí hasta el suelo de lo descontrolada que estaba. Yo ya gemía sin cortarme, allí mismo. En medio del pasillo de la universidad. Me iba a correr siendo masturbada por una compañera. Mientras lamia los zapatos de otra. Y sus amigos me magreaban mis pequeñas tetas. Notaba mi coño a punto de explotar, cuando Itzel habló: -Bueno, ya se acabó el show. Esta putita tiene que seguir con su trabajo. Da las gracias a tus compañeros, por ser tan amables de perder su valioso tiempo con una zorra como tú. Otra nueva humillación. Para mí, casi ...
    ... la más grande. Pues me hacía hablar, para agradecer a mis compañeros de universidad, por humillarme. Con la mirada en el suelo y mis labios temblando, dije: -Gracias caballeros, por ser tan amables de divertirse con mis pequeñas tetitas. -Y gracias señoritas, por saber tratar a una puta como yo. Les estoy muy agradecida. Mi Amo me había enseñado bien a auto humillarme, agradeciendo o hablando mal de mí misma. Por lo que las frases me salieron casi por instinto. -De nada zorra, cuando quieras que te las volvamos a tocar, búscanos.- dijo uno de los chicos. Todos se rieron de mí, nuevamente. Aunque por un lado, deseaba que la tierra me tragase. Por otro, un cosquilleo en mi estómago, o más bien, un poco más abajo, me daba a entender que disfrutaba siendo un juguete para hacer disfrutar a los demás. Itzel abrió la puerta nuevamente y dándome una patada en el culo, me dijo: -Vamos puta, a trabajar. Volví a apoyar mis manos en el suelo, y a cuatro patas, otra vez con mi culo a la vista, entré en el baño de hombres. Al ir con la vista en el suelo, me encontré con unas piernas. No me atreví a levantar mi cabeza, por la vergüenza. Pero cuando habló, lo reconocí inmediatamente. Era Oscar, mi amigo. El mismo que siempre había ido detrás de mí. -Así que por esto pasas de mí. Porque te gusta que traten como una perra y yo siempre he sido un caballero contigo.- dijo Oscar. Levanté la mirada del suelo y le vi, sonriente, conocedor de mi secreto. Me quería morir de vergüenza. -Pues ahora ...
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