Era criada y la convirtieron en puta
Fecha: 17/06/2019,
Categorías:
No Consentido
Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos
Lola tenía 19 años cuando llegó a la ciudad. Venía de un pequeño pueblo cerca de la capital. Su tía conocía a Manuel, un señorito de los de entonces, que vivía con su mujer y sus tres hijos en un casoplón de la capital. Fue ella la que la recomendó a Manuel para que le sirviera en su casa. Lola se había quedado huérfana de padre solo un año antes y tuvo que ponerse a trabajar entonces para ayudar a su madre y por lo tanto, dejar sus estudios. Lola era una chica muy prudente, tímida como ella sola, pero muy buena persona. Era además una moza muy guapa, con unos ojos azules herencia de su padre y el pelo color azabache como su madre. Un lunes por la mañana, su tía le presentó a Manuel. Llegaron a su casa, el casoplón del que os hablé y llamaron a la puerta. Abrieron al poco. Era Josefina, la mujer de Manuel. -Buenos días, saludó Pepa, la tía de Lola. -Buenos días, contestó Josefina muy seria. Pasen por aquí. No les hizo ni sentarse y se quedaron de pie hasta que apareció Manuel. El si las invitó a sentarse. -Anda mujer, tráeles un café a las dos. Josefina desapareció rumbo a la cocina y volvió al cabo de un rato con dos cafés. -¿Y no les traes algo de comer? Anda, no seas rácana. Tráeles unas pastas también. Volvió al cabo de un rato con una bandeja de pastas. Lola no se atrevía a coger ninguna y fue Manuel el que casi la obligó a coger. Pepa comía una de chocolate. Cuando terminaron de comer y se bebieron el café, con Lola mirando todo el rato a Manuel como esperando su ...
... aprobación, este le hizo unas preguntas a Lola a modo de entrevista. Venía recomendada por Pepa, por lo que no iba a ver ningún problema en que Manuel la contratase. Las preguntas eran un mero trámite. Lola se dio cuenta porque la entrevista no duró más que unos minutos. Manuel se levantó y dio un beso a Pepa. Se acercó a Lola para repetirlo, pero esta se alejó un poco. -Anda, no seas tímida, le dijo Pepa. Lola se acercó muy despacio a Manuel y chocaron sus mejillas. Este apenas rozó su cara con sus labios. Lola se puso roja de vergüenza. Antes de irse, Manuel le comentó a Pepa que tenía que comprarle ropa para el servicio. Un delantal, una cofia, unos guantes y algo más de ropa para estar en casa. Mudas limpias y unos zapatos cómodos. Dos pares mejor. Sacó un fajo de billetes de su cartera y se los dio a Pepa. Lola no había visto en su vida tanto dinero junto. Dijeron adiós al unísono y salieron de la casa. -Ya puedes darme las gracias, le dijo Pepa al salir. Si no conociera a Manuel hace años no habría podido recomendarte. Lola le dio las gracias en voz baja y siguió andando. Llegaron a la tienda de Julián. Este tenía toda la ropa que necesitaba porque se dedicaba a eso precisamente. Surtía de uniformes y demás a todas las sirvientas y criadas de la ciudad. Su tienda era la más visitada. Ese día solo había una mujer en la tienda y la señora de la limpieza, que estaba barriendo de un lado a otro de la tienda. -Hola Pepa, la saludó Julián. ¿Qué puede hacer por ti? -Necesito esto ...