1. Generación L (Capítulo 1)


    Fecha: 18/06/2019, Categorías: Lesbianas Sexualidad, Autor: Ana Etxeberria, Fuente: CuentoRelatos

    En un principio pensó en el despertador, anunciando las siete de mañana. Era obvio. Pero esta vez fue una llamada por Facebook al móvil. -Joder… Carla Meyerhold se revolvió en la cama amodorrada. Tuvo que sacar fuerzas de donde pudo para contestar. -Carla, diga. -Oye, nena, soy yo, Ricky. Perdona por llamarte tan temprano, pero luego estaré ocupado todo el día. -No te preocupes. En el fondo te lo agradezco. Ya me toca ducha y un café bien cargado. -Sólo quería darte mil gracias por las dos entradas que me conseguiste. Primera fila y con acceso a los camerinos. Mi chica aún sigue flipando. Muchas gracias, nena. -No es nada. ¿Cuándo sales para Nueva York? -Cogemos el vuelo de las ocho. Va a ser un momentazo conocer a Mark Knopfler. -Tu disfrútalo que es lo que cuenta. -Eres la hostia, Carla. Sólo falta que seas buena en la cama y serías perfecta. -Corta el rollo. Chao, bambino. –Y Carla colgó riendo. -¿Quién coño era a estas horas? ¿Llamaba desde China? –se quejó su amiguita, desnuda y acurrucada entre las sábanas. -Un compi, nada más. -¿Se le ha estropeado el reloj o qué? -Sigue durmiendo, anda. Y lo hizo entre gruñidos. A Carla tampoco le importaba. Era otro chochito más que pasaba por su cama, como sucedía cada noche. Con esta, era el noveno polvo de la semana y sólo estábamos a miércoles. Su compañera de piso no lo llevaba bien, pero la vida son dos días y hay que exprimirla hasta la última gota. Y a quien no le guste que no mire. Carla se bajó de la cama desnudita y ...
    ... estirando su cuerpo trabajado en el gimnasio. Meada. Ducha. Nuevo Tampax. Bragas limpias. Y a desayunar. Tenía un margen de diez minutos. Un café. Dos donuts. Un chicle de menta a la boca y en busca del metro. Veinte minutos y llegó al campus universitario. Como siempre consultó la hora. -Mueve el culo, Carla. Lo primero que hizo fue hacer una llamada. Tenía más de 200 mensajes entrantes, pero tampoco la sorprendía. -¿Hola? Soy yo, Carla. -Ah, hola –habló la voz de un joven. -Voy para tu aula. Ando cerca. -No, no, me han cambiado las clases. Estoy en el laboratorio de bioquímica. ¿Sabes por dónde queda? -¿El del segundo pabellón? -Ese es. -Voy pitando. Corriendo, Carla alcanzó el laboratorio jadeante antes de que llegase el profesor. El chaval la esperaba en la puerta. -Toma y perdona –le pasó un fajo de papeles grapados. -No te preocupes. Gracias. Y otra vez a correr. Miró la hora. -Mierda… Tras una buena carrera, llegó a otra aula. Ella la esperaba casi en el mismo pasillo. -Hola, perdona la tardanza –se disculpó Carla con la respiración entrecortada. -Cómo te envidio –evidenció ella con sus muletas. Hubo risas. -Toma, aquí tienes –cedió los papeles a la chica. -Muchas gracias, Carla. Esto es lo tuyo. Carla recibió un billete y todos contentos. A la tercera carrera. Tenía ocho minutos para ir de lado a lado de la facultad y llegar a su clase. Parecía que no, pero pudo sentar su culo en su pupitre un minuto antes de que el profesor cruzase por la puerta. -Hey, Carla –desde atrás ...
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