La sangría
Fecha: 23/06/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Dogiju, Fuente: CuentoRelatos
... entre risitas nerviosas, se contonearon y me dijeron que hiciera una votación de cuál de las dos estaba más sugerente, cosa difícil para mí en aquellos momentos en que estaba totalmente conmocionado y con una erección de tres pares de narices, así que las invité a moverse más todavía para poder admirar con más detalle sus cuerpos que vibraban de sensualidad. Las faldas tan cortas que vestían, se deslizaban con cada movimiento hacia arriba desnudando sus nalgas que solamente estaban cubiertas por la tira de los tangas que se habían puesto también, y eso les daba un aire más sexy todavía, provocando en mí una sensación que comenzaba a ser insoportable, pues mi polla pujaba por salir de mi pantalón como un animal para ir a buscar su presa. Tras muchos pases, risitas y provocaciones, mi mujer se acercó a mí y sentándose a horcajadas sobre mí, me propinó un morreo intensísimo, que nos puso a los tres todavía más calientes, pues Mari, sin intervenir en ello, nos animaba dulcemente a seguir, incluso se atrevió a acariciar nuestras espaldas mientras nos entregábamos a aquél beso inacabable, con nuestras lenguas cruzándose en nuestras bocas con furia animal. Después de aquél morreo, aparté suavemente a mi mujer de encima mío y la tumbé boca arriba en el sofá subiéndole lentamente la falda hasta el ombligo y apartando el tanga, acerqué mi boca a los labios de su coño húmedo para comenzar a comérselo con verdaderas ganas. Succioné su clítoris chupándolo y mi lengua penetró ...
... retorciéndose en su chocho caliente, haciéndole emitir unos suspiros de gusto que caldeaban más el ambiente. Coloqué sus piernas en mis hombros, una a cada lado, para facilitar mi tarea, y así estuve durante unos minutos, devorando su coño mientras nuestra amiga, sentada en el otro extremo del mismo sofá contemplaba sin perder detalle nuestras maniobras. Yo, que permanecía sin levantar la cabeza de entre las piernas de mi esposa, podía oír como Mari respiraba entrecortadamente, jadeando, estaba muy caliente, así que cuando me quise incorporar para quitarme los pantalones, pues había llegado la hora de follarme a mi zorrita, noté la mano de Mari en mi espalda deteniéndome para seguidamente ser ella quien me desabrochara el cinturón y estirando del pantalón me despojó del mismo así como de los calzoncillos. Mi polla salió como un resorte, dura como una piedra y morada, golpeando el cuero del sofá con un ruido sordo. Me levanté, me puse de pie y coloque a mi mujer de rodillas, a cuatro patas sobre el cómodo sofá, le hice abrir las piernas y cuando me disponía a coger mi verga para dirigirla al chorreante coño, fue nuestra amiga quien agarrándomela y estirando de mi polla la colocó en la entrada del agujero que me iba a follar en unos instantes. Me dejé hacer, y cuando de un empujón entré en mi esposa hasta los huevos y comencé a follarla, Mari se sentó más cerca de los dos, y mientras con una mano acariciaba mis nalgas acompañando el ritmo de la follada, dándome algún azote de vez en cuando ...