Deborah devora
Fecha: 24/06/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... La clase terminó antes de lo previsto (el profesor debía dirigirse a no sé dónde a buscar no sé qué cosa) lo cual me alegró al saber que llegaría a casa antes, por lo que junté mis cosas y me dirigí hacia la puerta, no sin antes recibir una invitación de Deborah para que me lleve ella a mi casa, la cual acepté aún cuando mi casa no quedaba tan lejos. Bajamos hasta la puerta de calle donde ella tenía encadenada la bicicleta, se subió, me subí intentando mantener la mayor distancia posible entre mi ingle y sus caderas, cosa que me resultó bastante difícil una vez que comenzó a pedalear ya que con cada pedaleo, tanto mi cuerpo resbalaba hacia delante como sus nalgas se atrasaban cada vez más hasta el punto de tenerlas una a cada lado de mi pene, el cual disfrutaba de los "masajes" que dicho movimiento le proporcionaba a la vez que ansiaba poder recibirlos de lleno y sin la obstaculización de la ropa, de la cual intentaba con todas sus fuerzas escapar, haciéndole más que evidente a la persona que causaba esto cuáles eran sus intenciones. A esto D.D., lógicamente enterada, respondía dándose vuelta de tanto en tanto y ofreciéndome aquella pícara mirada cómplice. En eso estaba cuando ella inesperadamente giró en la dirección opuesta a la que debía, entrando en una calle cerrada y pobremente iluminada. Sin darme tiempo de avisarle de su error, subió a la vereda y, llegando a mitad de cuadra, frenó abruptamente, lo que hizo que mi pija erguida a más no poder se aplastara contra sus ...
... calzas, acto seguido, se volteó pasando una pierna por sobre el manubrio. Terminando parada junto a la bici, me tomó de la remera y, trayéndome hacia ella a la vez que me bajaba de la bicicleta, me estampó el más profundo beso francés que jamás alguien me había dado. Podía sentir su lengua peleando con la mía al tiempo que sus prominentes labios subyugaban los míos. Mis manos, que hasta el momento (debido a mi sorpresa) se hallaban a ambos lados de mi cuerpo, fueron guiadas una a una por las de ella tanto a sus tetas como a su entrepierna y trasero, los cuales fueron desesperadamente manoseados y sobados del modo más descontrolado y sexual. Es aquí donde me di cuenta de que sus tetas, las cuales por cierto estaban desprovistas de sujetador más allá de la ajustadísima remera que vestía, tenían la medida de mis manos, a su vez me di cuenta de modo táctil de que la tanga que vestía era más diminuta de lo que me había imaginado, ya que podía sentir su pubis velludo que sobresalía a ambos lados del pequeño triángulo de tela que lo cubría. En cuanto a su trasero, pude sentir por sobre la calza, y a medida que sobaba sus nalgas abriéndolas, que la tira con la que tanto me había fantaseado había sido completamente devorada por ese culo sublime. Esta especie de precalentamiento habrá durado cerca de dos o tres minutos, durante los cuales, a la vez que yo la manoseaba libidinosamente, ella me frotaba el miembro por encima de la bermuda. Posteriormente, sus labios abandonaron los míos y, ...