Deborah devora
Fecha: 24/06/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... creyendo que hasta ahí iba a llegar la cosa esa noche y, porque no, pensando que tal vez lo ocurrido era todo a lo que nuestra interacción podía aspirar, comencé a subirme las bermudas a la vez que por mi cabeza pasaban pequeñas imágenes de lo que había vivido no hacía ni siquiera un minuto. En esto estaba cuando, inesperadamente, D.D. me toma de las manos (las cuales ya habían izado mis bermudas hasta mitad de camino) y extrañada me pregunta a donde pensaba ir, yo le respondí que dado la efusividad con la que me había besado era de creer, al menos eso pensaba, que dicho beso era de despedida, a lo cual sonriendo me dijo:" Todavía no, aún falta que cumplas con tu palabra o es que se te olvidó que me dijiste que vos conmigo lo intentarías todo", a lo que tragando grueso respondí que no me había olvidado; ella debió notar mi vacilación al responderle ya que me dijo que lo que quería intentar no era nada del otro mundo y que estaba segura de que era algo que yo también ansiaba desesperadamente; esto indudablemente lo decía teniendo en cuenta la manera en que le había sobado las nalgas durante nuestra interacción ya que de eso se trataba, quería que se la de por el culo y yo no era quien para negarme, por eso es que, dejé caer mis bermudas al piso y, tomándola por la cintura, la acerqué a mí y le estampé un beso de novela al tiempo que sobaba furiosamente sus senos; ella mientras masajeaba mi miembro y mis huevos de modo que despertasen de la corta siesta a la que se habían ...
... entregado luego de la gran labor realizada. Ya despiertos la historia se repitió, ella se arrodilló y lo succionó como sólo ella sabe hacerlo; esta vez, sin embargo, la mamada duró menos que la otra vez debido a que ella estaba más que desesperada por que mi carnosa vara se sumergiese entre sus nalgas, por lo que, poniéndose de pie, se giró dándome su espalda y se abrazó del árbol ofreciéndome su majestuoso trasero, cuyas nalgas me dispuse a separar lo más que pude con lo que logré ver que su ano se hallaba medianamente humedecido por los flujos que de ella habían aflorado; esto hizo que me hincara y comenzase a lamer aquel tierno hoyito, deteniéndome de rato en rato para, aprovechando mi posición, introducir mi lengua en aquella raja chorreante y cálida. Luego de haber humedecido ese recoveco suyo que tantas veces había soñado con penetrar, me puse de pie y comencé los preparativos para la realización de mi sueño; primero, froté mi erecto miembro contra la raja entre sus nalgas; luego, dibujé con la puntita el camino desde su vagina hasta aquel hambriento recoveco, esparciendo ese cálido lubricante que de ella emanaba para, finalmente, detenerme a las puertas de aquella gruta de ensueños y comenzar el lento y minucioso ingreso. Cada milímetro que lograba introducir era para ambos estar un paso más cerca del mayor éxtasis imaginable, lo cual se notaba en ella por la forma en que gemía y suspiraba a la vez que, deseosa de que mi pene se hallase completamente engullido por aquel ...