Las fantasías prácticas de Alicia Sierra.
Fecha: 30/06/2019,
Categorías:
Humor sexual
Autor: amanuense, Fuente: xHamster
... algodón deben ser el horizonte al que sus pantorrillas, sus muslos, encaminan la mirada de él. Sin palabras, con tan sólo miradas; la de Alicia clavada en el hombre, la suya tratando de adivinar entre las sombras que provoca la bata. No se han dicho nada, pero ambos saben cual será el siguiente paso. El hombre abandona las herramientas, sale de su medio escondite bajo el fregadero, Alicia se agacha, poco a poco, hasta quedar sentada sobre el hombre. Él trata de besarla, ella únicamente quiere frotarse. Huye de sus manos, se incorpora de nuevo. Suelta su bata y la hace volar. Sus manos van directas a sus pechos. Imperfectos, hipersensibles. Los aprieta, los soba. Siente unos dedos ascender por sus piernas, buscando su sexo, pero los aparta. Necesita que él esté ahí, a sus pies, obligado a mirar mientras ella manda. Alicia sabe cómo provocarse. Un dedo surcando señala el lugar de la avería; sus labios se marcan en la ropa interior. Cierra los ojos y se abandona al saber hacer de sus manos. Del sexo a los pechos, colándose bajo la vieja camiseta de hombre que le sirve como pijama. De repente un ruido le hace abrir los ojos: él ha bajado la cremallera de su buzo y comienza a masturbarse admirándola desde abajo. Alicia vuelve la cabeza, juzga con una sonrisa pícara si aquella herramienta será capaz de taponar la fuga o sólo provocará nuevas humedades.Alicia desearía ser capaz de torturar a los hombres, de obligarlos a esperar mientras ella se toca dónde y cómo más le gusta, ...
... pero no puede resistirse. En cuanto ha visto la polla de aquel hombre ha querido sentirla en su boca. Sus pies desnudos se han mojado con el agua que pierde la fregadera y que poco a poco se extiende por el suelo de la cocina, pero ella está más preocupada por hundir en su boca aquel mástil erecto. Arrodillada, hecha un ovillo, tan sólo sus manos emergen sujetando el pene del hombre, encaminándolo a sus labios. Pareciera que trata de insuflar vida a aquel cuerpo que permanece inerte. De pronto parece que sus continuos cabeceos han obrado el milagro; el fontanero agarra a Alicia de los tobillos, mueve su cuerpo, casi lo arrastra, hasta que su cabeza encuentra refugio en los muslos de Alicia. Unos dedos torpes apartan la tela y de inmediato su lengua se pierde en el coño que se le ofrece ante los ojos. Sesenta y nueve segundos y algunos minutos más de lengüetazos, de cabeceos decididos, de pausas obligadas por el saber ajeno, hasta comprobar que aquellas humedades sólo tienen un arreglo posible.Sus cuerpos se han movido arrastrados por el suelo, extendiendo el charco que nace bajo la fregadera. Alicia está encima, él siempre debajo. La braga vuela, las tetas se liberan. Ella está desnuda, él con el mono a medio desabrochar. Follan en el suelo, como exige el protocolo. Rápido, sucio, prohibido, la clienta y el fontanero. Ella bota, sus pechos bailan, él gruñe y empuja. Se agarran las manos, se rechazan, se atraen. Lo exprime; por casada insatisfecha, porque cuando ve a un hombre ...