1. Los licántropos violadores


    Fecha: 04/07/2019, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Melania pone la ropa en el canasto, mientras su hija Neferet, enjuaga las últimas prendas en el arroyo. El atardecer no puede estar más hermoso: con el cielo despejado, y la temperatura perfecta, ni frío ni calor. El agua se siente deliciosa cuando la tocan, y dan ganas de darse un chapuzón. Pero el buen humor de Melania no se debe exclusivamente al buen tiempo, su hija Nefi la llena de orgullo. La mira subrepticiamente. Es bastante diferente a ella. Su cuerpo esbelto y su piel blanca las heredó del padre, al igual que sus ojos verdes, y su cabello rubio. Lleva un vestido verde, bastante viejo que solo usa para hacer lo quehaceres domésticos, y lavar la ropa, y un delantal blanco. Aun así, a Melania le parece una princesa. Va a ser una excelente esposa, se dice, y el instinto maternal hace que se sienta embargada de tristeza y orgullo simultáneamente. La va extrañar mucho ¿cuándo se convirtió en una mujer? Con su cara inocente no parece tener los dieciocho años con que ya cuenta. Neferet la mira, como si sintiese su mirada clavada en la nuca, y le devuelve una sonrisa. Estruja la ropa para secarla lo más posible, y la sacude en el aire. Varias gotas pequeñas salpican su cara. El sol brilla en su rostro. Es demasiado hermosa, piensa Melania. Era evidente que apenas tuviese edad para casarse, todos los solteros de la aldea intentarían desposarla. Cómo iba a extrañarla. -¿Estás bien mami? – le pregunta Nefi, apoyando la mano en su hombro. - Si, hermosa. – le contesta ella. Por ...
    ... suerte su futuro marido, Kilian, es un buen hombre: trabajador, responsable, y obediente de las escrituras. No le cabía duda de que llegaría impoluto al altar, al igual que su hija llegaría virgen. Además, provenía de una de las familias más acaudaladas de la aldea. El dinero no era importante, pero mejor que sobre a que falte, piensa Melania. - Te ayudo mami. – le dice Nefi, después de que puso las últimas prendas sobre el canasto. Lo agarran una de cada lado y empiezan a caminar cuesta arriba, a través de la pequeña colina. Neferet admira las piernas fuertes y las caderas pronunciadas de la madre. Años de ir al arroyo y volver cargada endurecieron su cuerpo. Ninguna mujer de la aldea tiene piernas tan torneadas como Melania. Y ese pelo negro salvaje, tan diferente al suyo, le encanta. Una sombra mancha el bello paisaje verde y azul. A lo alto de la colina las espera un lobo enorme. Tiene el pelo gris, y se le ven los colmillos enormes. - Mami… - balbucea Neferet. - No digas nada. Retrocedamos despacio. – le dice Melania, agarrándola de la mano. Pero el lobo salta sobre ellas y las empuja. Madre e hija ruedan colina abajo, y van a parar hasta la orilla del arroyo. Están arañadas por las piedras pequeñas que bordean el arroyo. Melania está atontada, ve todo nebuloso. Apenas alcanza a reconocer el pelo amarillo de su hija que se para dificultosamente a su lado. A Nefi se le hace un nudo en el estómago. Sus piernas no pueden moverse, sólo atinan a temblar. El lobo que las había ...
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