El Hermafrodita
Fecha: 08/07/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Este es mi relato: Hola, tengo 51 años, comencé a tener relaciones homosexuales a la edad de 33 años, primero de una manera esporádica y, después, cada vez con más frecuencia. Hoy día soy un auténtico bisexual y la historia es ésta: Hace poco, en los anuncios de un periódico de mi ciudad, a los cuales atiendo de vez en cuando buscando parejas que busquen bisexual, leí un anuncio de un hermafrodita que buscada relaciones esporádicas, me tentó la curiosidad por pensar que se trataba de un homosexual muy femenino y poco dotado, que es lo que a mi me gusta. Resumiendo, lo llamé y quedé con él y cual no fue mi sorpresa al ver que se trataba de un ¡auténtico hermafrodita!. Tiene una vulva completa, con un clítoris desarrolladísimo, muy velludo y con un cuerpo completamente masculino, perilla, vellos en el pecho, no mamas, en fin un auténtico prodigio de la naturaleza. Lo más genial es que me cuenta la primera vez que lo que busca es sexo anal pues no siente placer vaginal de ningún tipo, solamente en el clítoris y en el año, y hasta la fecha no había encontrado más que bestias que le hacían muchísimo daño y le contraían el esfínter hasta que el dolor lo permitía la penetración. Como quiera que yo he desvirgado analmente a hombres y mujeres le ofrecí hacerlo con todo el cariño del mundo y así quedamos. Primero empecé por pelarle el abundantísimo vello que tenía en la vulva y que impedía un sexo oral limpio, cuando estuvimos preparados comencé con un sexo oral muy suave, poniéndome ...
... debajo de él y él a cuatro patas, de tal manera que tenía su culo al aire y el ano dispuesto a la preparación, a continuación le empecé a acariciar suavemente el ano, untándolo con una pomada hidratante, de esta manera empecé a dilatarlo de la manera más suave que os podáis imaginar, al poco tiempo empezó a dejar más suelto y así pude penetrarle un dedo con mucha lentitud, no quise que fuesen dos por no contraerlo con dolor, así estuve un buen rato hasta que salía y entraba suavemente, en este tiempo su clítoris había empezado a tomar un tamaño como de una pequeña bellota y palpitaba que era una gozada y la vulva estaba húmeda como la de cualquier mujer, el sabor de sus jugos era exactamente igual a los de una mujer, no a los de un hombre. Cuando él se consideró preparado me pidió que lo penetrara, en ese momento yo estaba a cien ya y procedí a concederle su deseo más ferviente, con gran cautela puse my glande a la altura de su ano y empecé a hacer una presión firme pero suave, sintiendo como al poco tiempo se abría suavemente esa hasta ahora virgen cueva del placer, cuando penetró el glande empecé a empujar a la vez que me untaba más crema y fui penetrándole cada vez más hasta que a la mitad del mismo empezó a quejarse y tuve que dar marcha atrás, dejándolo descansar. Como quiera que estaba muy caliente y yo también y había quedado en no pedirle que me dejara penetrarlo vaginalmente empezamos a darnos con la lengua otra vez en un 69 perfecto, su clítoris palpitaba de manera ...