La sumisión de Raquel IV
Fecha: 11/07/2019,
Categorías:
Dominación
Incesto
Autor: sireleo, Fuente: CuentoRelatos
Como ya os dije en la primera parte de “De matrimonio roto a matrimonio sumiso y feliz”, deje de escribir mis vivencias con Raquel y Ana, para contaros algo que me paso a principios de año. Aunque existe un salto de quince años más o menos, como la relación con Raquel continuó, aunque ahora un poco más espaciada, además de que me sirvió para introducirme en el mundo de la sumisión de parejas, que es lo que quiero contaros en este capitulo, creo necesario retomarla para poder luego continuar relatándoos mis vivencias con Raquel, Cristina, Luis y Manolo, que aunque han sido un par de veces y la primera de forma casual, sin buscarla si que fueron muy satisfactorias por mi parte y por la suya visto el resultado. -Ahora salid de la bañera, quitaros esa ropa y ducharos, os quiero listas en media hora perras, tu Ana dale la ropa que has escogido para ella. Os espero abajo perras. A los veinte minutos aparecieron ambas vestidas muy parecidas, parecían más hermanas que madre e hija, solo que una rubia y otra morena, las dos se habían puesto faldas negras por encima de las rodillas y medias negras, con zapato de tacón de 10 cm., aunque a Raquel aun le costaba andar con ese tacón, ya se le veía más suelta, y ambas se habían puesto de blanco la parte de arriba, Raquel una blusa de botones, y Ana una camiseta de pico que le quedaba realmente fantástica, ya que al ser de su hija se le quedaba totalmente pegada dejando ver perfectamente lo tiesos que tenia los pezones, a pesar de llevar ...
... sujetador. Salimos los tres hacia el coche, y Raquel en su papel de sirvienta se adelanto a su madre y a mí, y nos abrió la puerta trasera del coche, poniéndose ella al volante. Le dije que nos llevara a algún sitio a cenar que estuviese tranquilo, que solo íbamos a charlar como amigos, pero donde no tuviéramos que tener cuidado de lo que habláramos, ya que quería saber más de su vida hasta ahora, pues lo poco que sabia era por medio de su madre y solo era sobre sus desplantes. Una vez en el restaurante, en el cual yo no había estado nunca, Raquel se acerco al encargado y por el trato vi que le conocía, y le pidió una mesa en un lugar aparatado donde poder hablar sin que nos molestaran. Nos pusieron en una especie de reservado que aunque no tenia puerta si que nos mantenía apartado del resto de la gente que allí cenaba. -Raquel.- Espero que le guste Señor, mi marido, perdón, el cornudo y yo solemos traer a comer aquí a los delegados o clientes de la empresa de mi padre. En eso se acercó el maître para traernos la carta y a preguntar si nos gustaba el sitio que nos habían dado, pues como no había avisado el reservado que normalmente les daba en la planta de arriba no estaba libre, a lo que Raquel le dijo que estaba bien, que no era una comida de negocios, el maître también saludo a Ana, alegrándose de verla pues ya hacia tiempo que ella no iba por allí. Cuando se retiro el maître, le dije a Raquel que ella escogiera por los tres, que ella sabia mejor que nosotros lo que mejor ...